CAPÍTULO 2
*A la mañana siguiente*
Su despertador suena a las 7:20, tiempo justo para llegar a
clases, había deseado con todas sus fuerzas que ese día no llegase, pero, por
desgracia, no tiene superpoderes ni nada por el estilo. Se levanta de la cama
desganada y tiritando de frío, se viste todo lo rápido posible para no helarse
más, (si es posible), y baja a la cocina a tomar un ligero desayuno, donde se
encuentra al señor Moore ya trajeado:
-Buenos días jovencita
-Buenos días, ¿cómo usted tan temprano por aquí?
-Comienzo el servicio a las 7 en punto de la mañana
-¿Y no se encuentra cansado?
-Para ello duermo pronto –Sonríe, Alex asiente y da por
terminada la conversación. Acaba su desayuno y coge la mochila después de
revisar que no le falta nada-
-Debo irme a clase Señor Moore, deséeme suerte, llegar será
un milagro…
-¡Oh, espere! Le he hecho un plano indicando todo lo que
debe seguir y hacer para no perderse ni de camino al instituto ni dentro de
este –El anciano le guiña el ojo- Mucha suerte
-Gracias, gracias de verdad –Coge el papel doblado y aprieta
sus manos arrugadas como señal de agradecimiento, justo después, corre hacia la
parada del autobús para no perderlo-
*Una hora más tarde*
Alex se encuentra sentada en uno de los asientos de la
cuarta fila, pegada a la pared, sola. Observa a sus compañeros uno a uno con
disimulo, y como siempre, encuentra de todo. La chica que tiene sentada delante
parece maja, justo lo contrario que la que está detrás, que parece que lo único
que le importa es mascar chicle y que está en clase porque no le queda más
remedio. Más adelante aún está ese tipo de chicos que no paran de coger
apuntes, parece que le va la vida en ello, y en las mesas del centro, uno de
esos que preferiría estar fumándose un cigarrillo antes que escuchar las palabras
de la maestra de historia. Vuelve a lo suyo, o eso intenta, porque como es
lógico, o al menos ella cree que lo es, no para de pensar en su madre.
Suena el timbre indicando que la primera hora ha llegado a
su fin, y no sabe porque, pero lo estaba deseando. Ahora tiene que ir a
francés, y si no hubiese sido por el papelito del Señor Moore no sabría a que
clase dirigirse. Recoge sus libros y, conscientemente o sin querer, la chica de
detrás hace caer su estuche, dejando salir todo lo que tenía dentro. Alex hace
un gesto de fastidio y se agacha a recogerlo cuando escucha las risas de la
masca-chicles y sus perritos falderos. Así se referirá a ella a partir de
ahora, masca-chicles.
Llega al aula de francés y todos los sitios están cogidos,
excepto uno, que está atrás del todo, apartado del mundo. Es una mesa
individual, pero a Alex no le preocupa, al contrario, se siente más cómoda. Al
empezar la clase, la profesora hace un par de preguntas sencillas que ella se
ofrece a responder, dándose cuenta por la reacción de sus compañeros que no ha
sido buena idea. Va a ser un curso duro…
*Once de la mañana, bendita hora de recreo*
Alex sale disparada al patio, abandona la clase de lengua a
toda prisa, con los ojos de sus compañeros puestos en ella, cosa que ahora ignora
ya que hay algo más importante que hacer. Cuando llega a un lugar donde no
pueden verla, saca su móvil y teclea el número de teléfono de Cris, su mejor
amiga:
-¿¡ALEX?! Llevo todo el santo día llamándote, ¿se puede
saber dónde te metes? ¿Por qué no has venido a clase? Pero aún tengo una
pregunta mejor… ¿A QUÉ VINO ESO DE LLAMAR A LA POLICIA? Oh Dios, ¿estás bien?
–La amiga, lógicamente preocupada, acribilla a Alex a preguntas, que no tiene
ni idea de cómo contestarlas-
-Cálmate, ¿mandaste a la policía a mi casa?
-Por supuesto, al principio pensé que era una broma pesada,
pero como ni me cogías las llamadas ni me dabas señales de vida, me preocupé, y
llamé. Me puse nerviosa pero aún así lo hice, como llamada anónima obviamente
–Y es que una de las peculiaridades de su mejor amiga, es que no calla ni bajo
el agua, aunque no es algo que le molesta- Ahora creo que merezco una
explicación.
-Lo siento Cris, pero solo puedo decirte que he tenido que
irme a vivir a otro sitio por motivos personales –Motivos personales que seguro
que acaban saliendo en el periódico de su antigua ciudad, piensa Alex- Muchas
gracias por haberme ayudado, de verdad, dudo que podamos volver a vernos
pronto, te echaré muchísimo de menos –Contiene la respiración para reprimir las
lágrimas-
-¿Qué? No puedes hacerme esto… ¿Qué es lo que ha pasado?
-No he tenido elección, ya hablaremos, ¿vale?
-No, espera Alex, espera
-Te quiero –Y cuelga sin pensarlo, tampoco quiere pensar que
va a ser de ella sin su mejor amiga, aunque tampoco le da tiempo, suena el
timbre, hora de volver a entrar en clase-