jueves, 21 de noviembre de 2013

   CAPÍTULO 2


*A la mañana siguiente*

Su despertador suena a las 7:20, tiempo justo para llegar a clases, había deseado con todas sus fuerzas que ese día no llegase, pero, por desgracia, no tiene superpoderes ni nada por el estilo. Se levanta de la cama desganada y tiritando de frío, se viste todo lo rápido posible para no helarse más, (si es posible), y baja a la cocina a tomar un ligero desayuno, donde se encuentra al señor Moore ya trajeado:


-Buenos días jovencita

-Buenos días, ¿cómo usted tan temprano por aquí?

-Comienzo el servicio a las 7 en punto de la mañana

-¿Y no se encuentra cansado?

-Para ello duermo pronto –Sonríe, Alex asiente y da por terminada la conversación. Acaba su desayuno y coge la mochila después de revisar que no le falta nada-

-Debo irme a clase Señor Moore, deséeme suerte, llegar será un milagro…

-¡Oh, espere! Le he hecho un plano indicando todo lo que debe seguir y hacer para no perderse ni de camino al instituto ni dentro de este –El anciano le guiña el ojo- Mucha suerte

-Gracias, gracias de verdad –Coge el papel doblado y aprieta sus manos arrugadas como señal de agradecimiento, justo después, corre hacia la parada del autobús para no perderlo-


*Una hora más tarde*

Alex se encuentra sentada en uno de los asientos de la cuarta fila, pegada a la pared, sola. Observa a sus compañeros uno a uno con disimulo, y como siempre, encuentra de todo. La chica que tiene sentada delante parece maja, justo lo contrario que la que está detrás, que parece que lo único que le importa es mascar chicle y que está en clase porque no le queda más remedio. Más adelante aún está ese tipo de chicos que no paran de coger apuntes, parece que le va la vida en ello, y en las mesas del centro, uno de esos que preferiría estar fumándose un cigarrillo antes que escuchar las palabras de la maestra de historia. Vuelve a lo suyo, o eso intenta, porque como es lógico, o al menos ella cree que lo es, no para de pensar en su madre.

Suena el timbre indicando que la primera hora ha llegado a su fin, y no sabe porque, pero lo estaba deseando. Ahora tiene que ir a francés, y si no hubiese sido por el papelito del Señor Moore no sabría a que clase dirigirse. Recoge sus libros y, conscientemente o sin querer, la chica de detrás hace caer su estuche, dejando salir todo lo que tenía dentro. Alex hace un gesto de fastidio y se agacha a recogerlo cuando escucha las risas de la masca-chicles y sus perritos falderos. Así se referirá a ella a partir de ahora, masca-chicles.

Llega al aula de francés y todos los sitios están cogidos, excepto uno, que está atrás del todo, apartado del mundo. Es una mesa individual, pero a Alex no le preocupa, al contrario, se siente más cómoda. Al empezar la clase, la profesora hace un par de preguntas sencillas que ella se ofrece a responder, dándose cuenta por la reacción de sus compañeros que no ha sido buena idea. Va a ser un curso duro…


*Once de la mañana, bendita hora de recreo*

Alex sale disparada al patio, abandona la clase de lengua a toda prisa, con los ojos de sus compañeros puestos en ella, cosa que ahora ignora ya que hay algo más importante que hacer. Cuando llega a un lugar donde no pueden verla, saca su móvil y teclea el número de teléfono de Cris, su mejor amiga:

-¿¡ALEX?! Llevo todo el santo día llamándote, ¿se puede saber dónde te metes? ¿Por qué no has venido a clase? Pero aún tengo una pregunta mejor… ¿A QUÉ VINO ESO DE LLAMAR A LA POLICIA? Oh Dios, ¿estás bien? –La amiga, lógicamente preocupada, acribilla a Alex a preguntas, que no tiene ni idea de cómo contestarlas-

-Cálmate, ¿mandaste a la policía a mi casa?

-Por supuesto, al principio pensé que era una broma pesada, pero como ni me cogías las llamadas ni me dabas señales de vida, me preocupé, y llamé. Me puse nerviosa pero aún así lo hice, como llamada anónima obviamente –Y es que una de las peculiaridades de su mejor amiga, es que no calla ni bajo el agua, aunque no es algo que le molesta- Ahora creo que merezco una explicación.

-Lo siento Cris, pero solo puedo decirte que he tenido que irme a vivir a otro sitio por motivos personales –Motivos personales que seguro que acaban saliendo en el periódico de su antigua ciudad, piensa Alex- Muchas gracias por haberme ayudado, de verdad, dudo que podamos volver a vernos pronto, te echaré muchísimo de menos –Contiene la respiración para reprimir las lágrimas-

-¿Qué? No puedes hacerme esto… ¿Qué es lo que ha pasado?

-No he tenido elección, ya hablaremos, ¿vale?

-No, espera Alex, espera


-Te quiero –Y cuelga sin pensarlo, tampoco quiere pensar que va a ser de ella sin su mejor amiga, aunque tampoco le da tiempo, suena el timbre, hora de volver a entrar en clase-  

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