sábado, 22 de marzo de 2014

  CAPÍTULO  13


-Señor Moore, le aseguro que encantada me quedaría más tiempo con usted, pero no puedo. No… No me atrevo. –Dice lo último casi en un susurro. Porque a veces los susurros esconden miedo-

-No se preocupe por nada. Tiene mi número. Andando.

 La pareja pone su camino hacia la salida, pero Alex se queda helada, paralizada, al ver una figura acercándose a la verja. No puede ver con claridad quien es, pero espera que no sea quien ella imagina. Mira a Adrià esperando que la salve. Su cabeza divaga y sueña:  ‘’¿No eres tú mi héroe? Saca la capa y llévame volando lejos, lejos de aquí’’. El timbre la despierta de sus imaginaciones, pero no hace que reaccione. Al Señor Moore, sin embargo, sí.

-Respire tranquila, solo es un chiquillo. Váyase antes de que llame alguien peor.

Abre la puerta mientras el rubio universitario sigue su paso sin entender nada. Ahora la figura es clara, más que clara, y no puede ser. Él. El corazón de Alex se encoge, o bombea más rápido, aún no está segura. ¿Se alegra de verle? Imposible, es un imbécil. Pero en ocasiones, los imbéciles enganchan.

-¿Qué demonios haces tú aquí? –Adrià observa perplejo la escena, observa perplejo a ese crío al que le queda mucho por aprender. Josh tampoco le pierde ojo-

-No has venido a clase y después de lo de ayer… Me he preocupado. ¿Es por mí?

-¿Perdona? Tú no influyes en si voy o no voy al instituto, me eres indiferente, y yo para ti igual. Ya ha quedado bastante claro. Puedes decirles a los profesores que no voy a volver. Ahora, con tu permiso… -Intenta seguir su camino, pero el joven no se da por vencido-

-Oye, te ha dejado claro que la dejes en paz, no me hagas intervenir.

-¿Y este rubio de dónde ha salido y quién se cree que es?

-Josh, no provoques, no remuevas más las cosas. Tan solo déjame ir.


‘’Déjame ir. Déjame ir. Déjame ir’’ La frase se repite una y otra vez en su cabeza mientras ella desaparece. Se va, se esfuma, con él. ‘’¡No! No voy a dejarte ir. Jamás te dejaré ir’’ Un grito que se queda en el silencio. ¿Y si ese grito hubiese cambiado algo? Es tarde para preguntas, tarde para respuestas, tarde para devolver el tiempo atrás. No llueve, pero para él es como si algo parecido ocurriese en su interior. Quizás él tampoco debería ir a clase. ¿Qué haría con su mesa vacía? ¿Qué sentido tenía si ahora ella no estaba? En otra situación solo tendría que haber cogido su lista interminable de números de chicas y haber marcado cualquiera de ellos, saciarse, y luego si te he visto no me acuerdo. Con ella no era así. Llamar a otra le pondría incluso peor, no funcionaría. Pero hay un número que aún le sigue manteniendo viva la esperanza, y es que si algo caracteriza a Josh, es su fuerza de voluntad para conseguir lo que se propone y no rendirse hasta tenerlas.




Han pasado del desayuno en la cafetería. Ella no se sentía bien y solo quería volver a casa. Con él. ¿O sin él? A casa. En los ojos de Adrià podía verse aún la rabia, quizá no había asumido toda la información recibida sobre quién era ese chico y su actitud con Alex. Pero sobre todo se veía rabia en él porque no quería tener un rival, Alex debía ser suya desde el primer momento en que la vio y de nadie más. Pero, ¿y Alba? No había tiempo de pensar en Alba ahora. Cierra los ojos al sentir una caricia preocupada en su mejilla por parte de Alex, se relaja, se calma, ahora solo se ve amor en sus ojos. Objetivo conseguido, no sabe cómo, pero ella notó que algo no iba bien. Ahora es él quien se encarga de la situación, y es que ya no aguanta más. Agarra su cintura y la aprieta contra él. Despacio y tranquilo, porque no hay prisa. Huele su perfume, que se impregna en la ropa de él, o el suyo en la de ella. Aparta su pelo hacia atrás, dejando ver con claridad su ligero escote y su cuello dulce. Agarra su barbilla y la sube, sin perder el contacto visual. Quiere besarla, y va a hacerlo, sus labios cada vez están más cerca, los de ella se entreabren. Parecen llamarle. ‘’Bésame. Bésame’’. ¿Se lo está diciendo o lo está imaginando? Se acerca un poco más, pero se ve interrumpido por la puerta del ascensor que necesita abrirse. No es problema, hay más pisos, más donde bajar o donde subir. Y se quedan así, en la intimidad de un ascensor, probando a qué saben sus labios, a qué saben sus lenguas.  La pasión acaba cuando una vecina decide tomar el ascensor sin pedir permiso. Pillados, risas confidentes, deseo de más. Terminan por subir hasta el piso correspondiente con la mirada de la vecina clavada, y ambos creen leerle el pensamiento. ‘’Estos adolescentes de hoy… ¡Ya no respetan nada, se aman en cualquier parte’’. Señora, el amor está para eso, para amarse en cada rincón del planeta.






Pasan los días, incluso los meses. Las manos de Adrià y de Alex se unen cada vez más veces, sus labios se encuentran de vez en cuando, y pasan más tiempo abrazados. Siempre es por el frío, maldito invierno que te hace depender de alguien que te abrace, o de alguien que te ame. ¿Es frío? ¿Es amor? Alex vuelve a sentarse en la cama, otra noche de insomnio, otra noche helada. Vuelve al salón por quinta vez, no ha llegado, esta noche se queda sin recibir su dosis de calor. Sonríe. Y ojalá estuviera él para ver su sonrisa. ‘’Adrià, vuelve, te necesito cada noche conmigo…’’

-¿Estás bien?

-Oh, hola Judit, si si, todo bien.

Y cuantas veces habrá mentido.
Y cuánto le necesita consigo.
Estar mal no es estar bien. Sonreír no es ser feliz.
Adrià…

-¿No puedes dormir, eh?

-Es difícil. Como casi todo. –Judit se sienta en el sofá y Alex decide acompañarla, entonces se abrazan, como hermanas, como confidentes-

-Volverá.

-¿Perdona?

-Mi hermano. No tardará en venir.

Y quizás no tardase en venir, pero, ¿y en irse?



Apenas han pasado dos meses y no se ha atrevido a mandarle un triste mensaje. ¿Por qué tiene que cargar él con toda la culpa? Ella no se ha interesado. Ella está con otro. Ella es feliz. Feliz. Sin él. ¿Y él? Nada. Triste, porque ella no está. Maldito amor, maldito corazón y maldito todo. ¿Por qué? ¿Por qué él? ¿Es una lección? ¿Le toca sufrir lo que ha hecho sufrir? Pues es una buena manera de pagarlo. Vuelve a mirarse al espejo, se ve cambiado, no irreconocible, pero cambiado. Y ojalá ella estuviera para presenciarlo. Otra vez no. ¡Olvídala! ¡Olvídala! Pero no puede. No puede ni olvidarla ni tenerla. Josh sale a que le dé el aire, porque no le importa el frío, o porque hace como que no le importa.



La llave entra en la cerradura y abre la puerta, haciendo el ruido que Adrià pretendía no hacer. Por suerte, ambas duermen, y su hora de llegada solo la conoce el amanecer. Y su compañero de piso que acaba de levantarse.

-¿Sabes que es hora de levantarse y no de irse a dormir?

-Cállate, y de esto ninguna palabra.

-¿Y estas pintas? ¿Debo tragarme que has estado estudiando?

-Oriol, déjame en paz.

La propuesta de Alex de aceptar a Oriol como compañero de piso después de que su amigo les dejase empieza a parecerle incorrecta. Pero si quiere pagar el alquiler… Todo fue de casualidad, hace un mes, Alex topó con un anuncio donde un chico sencillo, tal y como ponía en el panfleto, buscaba piso porque necesitaba sentirse libre. No dudó en comunicárselo a Adrià, estaba en deuda con él y no había manera mejor de compensarle. Desde entonces, son muy buenos amigos, casi como hermanos, y por eso teme que no le guarde el secreto de la hora de su llegada, como hará el amanecer.

-Que seas guapo no te da derecho a hablarme así. A ver, por qué no debería contarle esto a Alex.

-Porque vas a hacer que piense lo que no es, y ni tú ni yo queremos que sufra, ¿verdad? Pues cierra la boca.

Oriol pone los ojos en blancos, hace un gesto de muñeca mostrando indiferencia y un poquito de superioridad y se marcha a la cocina. Este chico tiene unas cosas muy raras, pero comprende a Alex, porque si Adrià fuese gay, él ya le habría echado las zarpas encima. Una cucharada de cereales tras otra, qué aburrido es desayunar solo. Pero al menos ya es libre e independiente. Coge camino al instituto y decide que su silencio se sumará al del sol. O eso cree.


El despertador suena. Ve tan ridículo poner la alarma cuando ya ni si quiera va a clases… Pero así al menos sigue teniendo parte de su rutina, una rutina que la despierta dos horas más tarde de lo que solía hacerlo, pero rutina al fin y al cabo. Se levanta y corre decidida al sofá-cama, sabiendo que ya estará ahí. Destapa al recién llegado y se acurruca con él sonriendo. Huele a pijama limpio, a perfume que enamora.

-Buenos días, empollón. –El chico aplicado abre los ojos, aunque no le cuesta mucho, porque apenas hacía media hora que los había cerrado-

-Oh, contigo aquí sí que son buenos días.

-¿Y cómo son las noches sin mi?

-¿Perdona?

-Antes estabas siempre, luego casi siempre, y ahora casi nunca.

-Ya sabes que tengo los exámenes finales, amor.

-Odio los finales.


Adrià atrae a su chica hacia él, y se quedan así, abrazados, sintiendo el tiempo pasar y a la vez detenerse. Besándose. Como si nunca más pudiese probar sus labios. Como si se la escapase. ¿Tenía la sensación de que se le escapaba o simplemente estaba asustado? Dicen que cuando haces las cosas mal, imaginas que todo va mal por el simple sentimiento de culpa. Dicen que cuando haces las cosas mal, la vida te lo devuelve aún peor.

martes, 11 de marzo de 2014

   CAPÍTULO  12


-Me sabe fatal que te vayas a dormir tú al sofá. No es justo…

-Bueno, entonces deja que duerma contigo.

-¡Ni hablar! –A Alex le salen los colores solo de imaginarse a Adrià durmiendo a su lado-

-Es más cómodo de lo que parece, no te preocupes.

La pareja termina de hacer la cama donde la chica pasará la noche, y es que el joven universitario no podía permitir que Alex no tuviera un sitio donde ir. Ella, sin saber el cómo ni el porqué, le contó la situación en la que se encontraba, aunque con algún que otro detalle de menos.

-Le diré a mi hermana que te deje algo de ropa hasta que podamos recuperar la tuya de una manera o de otra.

-No sé cómo voy a agradecerte esto. Espero estar el menor tiempo posible aquí.

-Y yo espero justo lo contrario.

Vuelve a sonreír, vuelve a hacer que ella sonroje y se marcha, dejándola allí con la mirada atontada. Cada vez que le mira le parece un poco más guapo. Se sienta en la cama sin pensar en nada, cierra los ojos e intenta asimilar por lo que está pasando, pero se ve interrumpida por la otra chica que también se encuentra en el piso.

-¿Molesto?

-No, no. Pasa, Judit.

-Mi hermano me dijo que te vendría bien un poco de ropa. Por lo pronto puedes ponerte este pijama para dormir, si necesitas algo más no dudes en pedírmelo. Poco más o menos usamos la misma talla, ¡y por mí no hay problema!

-Os agradezco mucho lo que hacéis.

-Nada, tranquila, no debes preocuparte. Por cierto, Adrià te acompañará mañana a tu casa para que recojas todo aquello que te sea necesario. Por lo visto quiere que te quedes aquí más tiempo del previsto.

-De acuerdo. No entiendo el motivo… Buscaré algo lo antes posible para no molestar mucho.

-No nos molestas, y a él mucho menos.

La chica se marcha de la habitación de su hermano sonriendo. Alex se pregunta cómo hará mañana para no cruzarse con su padre cuando vaya a recoger sus cosas, tiene muchos sentimientos, pero sobretodo nota el miedo, aunque estando con él se siente más segura. Se levanta de la cama y se cambia. Judit tenía razón, el pijama le queda casi bien. Observa el cuarto de Adrià más detenidamente de lo que lo había hecho antes, se acerca a la estantería y lee el título de los libros que hay sobre ella. Le gusta, alguno incluso lo ha leído, y eso la hace sonreír. Una balda más arriba hay una pequeña colección de coches de todo tipo, seguro que de cuando era pequeño. Y si sube la vista un poco más, está la siguiente balda, donde tiene miles de colonias. Coge algunas para olerlas, tiene buen gusto. Las deja tal y como estaban hasta que da con una, la que llevaba cuando su paraguas la protegía. La recuerda porque su olor le invadió e hizo que sus párpados se cerraran por apenas cinco segundos. Vuelve a olerla y sus ojos vuelven a cerrarse, huele realmente bien. La coloca junto a las demás y se atreve a dirigirse hacia el salón, se ha cansado de estar sola.

-¿Necesitas ayuda?

-Tranquila, ya casi he acabado. Solo quería poner una manta para no pasar frío, es sencillo hasta para mí. –Alex sonríe de nuevo- Qué bonito pijama, eso sí cuando te lo pones tú, a mi hermana le queda horrible, pero no se lo digas.

-Tu secreto está a salvo conmigo.

-¿Te ha dicho nuestro plan de mañana?

-Ajá, pero no sé si…

-Iremos a las diez, ¿vale? Y luego desayunaremos algo por ahí.

-¡Pero esta vez pago yo! –Ahora es él quien ríe, hasta que suena la canción ‘Live While Were Young’ de One Direction salir del teléfono de Alex- Disculpa, vuelvo ahora –Examina el número que está llamando, pero no se le ocurre quién podría ser. Cierra la puerta de la habitación y resuelve sus dudas- ¿Diga?

-¡Señorita! –Esa voz… Esa rasgada voz…-

-¿Señor Moore? ¿Es usted?

-El mismo, no tengo mucho tiempo para hablar, su padre está a punto de llegar, seré breve.

-¿Pero cómo ha conseguido mi número?

-Eso no importa, lo que sí que tiene importancia es lo que tengo que decirle. He preparado todas sus cosas en dos macutos, sé que no volverá, estoy al tanto de lo ocurrido y es lo mejor que podría hacer, su padre está que trina y la está buscando como loco. No se dará por vencido, tenga cuidado. Mañana tiene previsto salir de nueve y media de la mañana a dos de la tarde, recoja sus cosas en ese periodo de tiempo. Es una chica lista y fuerte, sabrá lo que hacer. Guarde este número para cualquier cosa que necesite.

-Es usted muy amable, gracias por todo lo que ha hecho por mí.

-Hasta mañana señorita. Cuídese, cuídese mucho…

-Igualmente, Señor Moore.




¿Dónde estará? Apenas hace un día que no la ve y ya la echa de menos. No se concentra en clases, pero no sabe si es peor cuando está o cuando no. Su concentración se ha ido, al igual que ella, con ella. Agarra nervioso el bolígrafo azul entre sus dedos esperando impacientemente que el timbre suene y que la profesora de historia se calle de una vez por todas. No aguanta más, necesita irse de allí, poner en marcha el alocado plan que acaba de pasar por su cabeza.



-¿Por aquí?

-Todo recto.

-¿Estás bien?

-Sí, claro.

-No, claro que no. Dime qué te pasa.

-¿Por qué debe pasarme algo? Sigamos andando, ya falta poco. –Alex se adelanta algunos pasos, pero se ve obligada a detenerse al sentir una mano rodeando su cintura-


-Estás conmigo, ¿vale? No sé qué te habrá pasado para que estés tan asustada, pero te prometo, y vuelvo a prometerte, que conmigo no te ocurrirá nada. No voy a dejar que nada malo te suceda. –Una lágrima rebelde sale sin permiso disparada por la mejilla de Alex. Esta intenta disimular, pero lo intenta demasiado tarde. Adrià sonríe y limpia la gota cristalina que sigue recorriendo su piel, luego continúan andando sin decir nada, porque todo está dicho, o porque quizás entre ellos sobran las palabras.-