viernes, 13 de junio de 2014

CAPÍTULO  17


Pulsa la tecla de enviar y bloquea su móvil, no quiere saber nada más, ya no. Abre la puerta de la biblioteca y se ve envuelta en un aroma a libros nuevos y tranquilidad. Para ser un lugar pequeño, no encuentra a su novio por ningún lado. Busca primero por las mesas, donde encuentra a estudiantes que resoplan, que se apartan el flequillo de la cara, que pasan páginas desesperados o que golpean la mesa con el bolígrafo repetidas veces mientras intentan memorizar algo que la mayoría dan por imposible. Pero de entre ellos, de entre todos ellos, ni rastro de Adrià. Busca esta vez entre las estanterías, por pasillos, pero el resultado sigue siendo el mismo. Igual se ha marchado a casa, pero ella no va a irse sin preguntar al bibliotecario que en cierto modo todo lo ve.

-Perdone, ¿ha visto usted a un chico rubio, alto y algo robusto?

-No, lo siento joven.

-¿De verdad? Se llama Adrià, no sé si le servirá de algo.

-De verdad.

-¿Está usted seguro? –El bibliotecario, que ahora frunce el ceño, se quita las gafas y mira de nuevo a Alex-

-Jovencita, tengo constancia de todas las personas que entran y salen de esta estancia durante todo el día, y le puedo asegurar que no ha entrado ningún chico con esa descripción.

-De acuerdo, muchas gracias de todos modos.

-Suerte con su búsqueda.

-Gracias, creo que la necesitaré.




Lee el mensaje nuevamente y no se lo puede creer. Alex lo vio, lo vio y se ha llevado una idea equivocada y completamente estúpida. Mierda, ella no tiene la culpa, no puede echarle algo como eso encima. Apoya su mano en la frente y resopla, perdido como de costumbre, y sin saber qué hacer. Quiere contarle la verdad, pero está doscientos por cien seguro de que no se lo creerá, o ni si quiera le hará caso. Comienza a escribir un detallado mensaje, pero rápidamente cambia de idea, y es que los mensajes del WhatsApp no están para resolver problemas, o lo que en este caso es un malentendido. Escucha los tonos pasar, pero no obtiene respuesta, es más, recibe el rechazo a la llamada. Opta por pedirle disculpas, un lo siento y un quedemos para hablar que se quedan en el aire, con un visto, un ‘’en línea’’ por parte de ella que después dejó paso a su última conexión. Nunca antes le había dolido tanto que lo dejase como visto. Va de un lado a otro de su habitación sin poder mantener la calma. Si tenía una mínima posibilidad, la ha perdido, sin oportunidad de recuperarla. Vuelve a llamar, pero no una vez, sino incontables veces, de tal modo que su batería baja sin cesar, hasta que pide carga. Último intento, cruza los dedos e incluso reza, sin ser ni si quiera creyente.

-Olvídame, borra mi número de tu teléfono, haz como si no existiese.

-No cuelgues, escúchame.

-Ya te he escuchado más de lo que debía, y no me apetece seguir haciéndolo.

-La he cagado, ¿vale? Pero déjame explicarte, por favor, tiene una explicación.

-¿O una excusa?

-Alex, por favor, estoy desesperado. No quiero que te equivoques conmigo.

-Tarde, me equivoqué una vez, y repetí, pero te aseguro que no por gusto.

-Puedes intentarlo una más.

-Te di otra oportunidad, y la has desaprovechado. Si no creía en segundas oportunidades, imagina en terceras. Es inútil, no insistas.

-Iba a dejar de llamarte hasta que lo intenté esta última vez, y gracias a ello, estoy escuchando tu voz. Por favor…

-En cinco minutos te espero en el Starbucks donde nos vimos el otro día, retrásate y te olvidas de mi para el resto de tu vida.  

-Gracias.

Coge las llaves y el móvil con un quince por ciento de batería y sale de su cuarto, decidido no a salir corriendo, sino a salir volando.

-Josh, deja de gandulear y ponte a estudiar, tienes los exámenes finales a la vuelta de la esquina, ¡y más te vale aprobar todo o el verano lo verás pasar desde la ventana de tu cuarto!

-¡¿Por qué de repente me sueltas todo eso cómo si siguiese siendo el mismo imbécil de antes?! Estoy harto, sabes que estoy estudiando más que nunca y aún así me machacas. La que va a ver el verano pasar eres tú, pero sin mi.

-¿Vas a algún sitio? –Contesta la madre serena, después de aguantar una desagradable contestación por parte de su hijo. Quizás lo que ella ha dicho haya sido un tanto insultante para él, pero las palabras que ha recibido son tan injustas como las que ella ha pronunciado, o incluso peor-

-Al Starbucks, llegaré para la cena.

-El Starbucks puede esperar, ve a tu cuarto inmediatamente y estudia, estás castigado.

-Mamá, no puedes hacerme esto, es importante.

-Mejor, así aprenderás cómo no debes hablarle a tu madre.

-Mamá, no me jodas, es importante, juro que como me castigues no te hablo de por vida.

-Podría vivir con ello, total para el modo en el que me hablas estarías mejor calladito.

-¿CAMBIAR? ¡¿DE QUÉ SIRVE CAMBIAR?! ¡ME VAS A SEGUIR TRATANDO COMO SI FUERA UN DESHECHO SOCIAL TODA MI VIDA!

-A tu cuarto.





Sentada en la misma mesa donde Josh le sorprendió, vuelve a repetirle a una de las camareras que no pedirá nada por ahora hasta que no llegué su acompañante. Mira el reloj y se enfada, han pasado los cinco minutos, pero espera un poco más, sabe que no le daría tiempo a llegar ni de broma en ese límite de tiempo. Pasan diez y se levanta. ‘’Lo siento, me han plantado. Otro día les haré una buena consumición’’ ¿Qué más le da la expresión perpleja que se le queda a la camarera cuando le cuenta que la han dejado tirada? ¿Qué más da lo que opine? Abre la puerta con rabia y se va, acelerando el paso. Fue una estupidez darle una segunda oportunidad, fue una estupidez cogerle el teléfono, ¡fue una estupidez quedar con él! 

miércoles, 11 de junio de 2014

 CAPÍTULO  16


Llega casi sin aliento, se fija en los números de cada portal y da con el de él. Hace intención de ir hasta allí, pero lo que ven sus ojos la frenan. No distingue con claridad la silueta hasta que la chica que baboseaba encima se aparta. Sin duda, es él, es Josh, y estaba hasta hace dos segundos lamiendo los labios de una morena que no tiene nada de particular. Observa cómo saca con dificultad las llaves de su bolsillo, agarra la cintura de ella y la empuja hacia dentro, mordiendo su cuello. Los ojos de Alex se vuelven cristalinos, ¿de qué sirve tener una fachada dura si por dentro no puede serlo? ¿Por qué demonios confía en aquel en quien no debió confiar nunca? Pero, lo más importante, ¿por qué llora? ¿Por qué le duele?




 Abre la puerta de su casa y lleva a la chica hasta su cuarto, que no deja de besarle por todas partes, pero no siente nada. Lo intenta, pero no lo siente. ''¡Joder Alex, déjame en paz!'' Piensa continuamente. Tira a la morena sobre su cama, besándola como si fuera su último día de vida.

-Josh, tendrás protección, ¿no? Ya sabes…

-Olvidé comprar, lo siento, se me ha ido completamente que no tenía nada en casa.

-Bueno, en ese caso, yo me voy. Hasta otro día, guapo, ya sabes donde encontrarme.

En cuanto desaparece, saca el plástico cuadrado del bolsillo trasero de sus vaqueros y abre el primer cajón de la mesilla, juntando el preservativo con todos los demás. Ha salido airoso de la situación, al menos de esta, ¿pero qué iba a hacer si no se quitaba a Alex de la cabeza?



Necesita ver a su novio, sentirse amada y protegida. ¿No podría haber continuado toda la vida sola y marginada? La muerte de su madre ha cambiado su vida, todo lo que ha sufrido con su padre y la pérdida de sus amigas. ¡Sus amigas! Saca el teléfono y marca el número de la persona que siempre permanecerá a su lado, incluso en la distancia. Un tono, dos, tres, cuatro…

-¡Alex! ¿Estás bien? He tenido que pedir salir al baño al de historia, ya sabes como es, todo un estirado, pensé que me lo prohibiría y me asesinaría con la mirada, pero tenía que intentarlo, ¡si llamas en horario escolar debe ser ultra urgente! –Alex sonríe, echa de menos tener que mandarla callar. Acto seguido mira la hora, no se había dado cuenta de que hasta las 9 allí no terminan las clases. Tanto que había odiado ir a clases por las tardes, y lo mucho que lo extraña ahora.- ¿Alex? ¿Sigues ahí?

-Si, si, perdona Cris. Siento haberte sacado de clase, no me acordaba del horario.

-No te preocupes, era la última hora, y de todos modos ya no voy a entrar, de hecho estoy yendo de camino a casa. ¡Cuánto te echo de menos! Quiero verte… Hay veces que me siento muy sola, ¡si es que me han arrancado a mi otra mitad!

-¡Calla! Seguro que te va bien.

-Uy, que seca te has vuelto, ¿te ha dado un chungo por allí? A saber con quien te juntas –Y es que ahora que lo piensa, siempre ha sido transparente con su mejor amiga, pero después de crearse una barrera protectora contra el mundo, sin querer también la ha usado contra ella- ¡Alex! ¡Estás en la luna!

-¡Perdonaaaaaa! Tía, te echo muchísimo de menos, te llamo porque me han pasado tantas cosas… ¡Y siempre nos lo hemos contado todo! Ahora no tiene que ser menos.

-Adelante, adelante, seguro que yo también te doy alguna que otra sorpresa.

-Me escapé de casa, así que dejé el instituto para que no me encontrara mi padre y me fui a vivir con el chico que conocí en un paso de cebras cuando llovía, pero Josh, un antiguo compañero del instituto que quiere intentar algo conmigo me tenía confundida, no sé si me gusta o no, yo quiero a Adrià claro, pero tenía pensado darle una oportunidad de seguir quedando o no sé, supuestamente había cambiado, pero hoy le he pillado con una chica.

-Wow, ¿me estás contando la nueva serie de algún canal catalán o es tu vida de la que hablas?

-La verdad es que dicho así, no me creo ni yo lo que me está pasando.

-La cosa es que no te decides entre un chico u otro, ¿no?

-¡No! Yo quiero a Adrià.

-¿Entonces?

-No lo sé…

-Nena, creo que tienes que cortar de raíz con ese tal Josh, y seguir con tu vida amorosa, anda, que menudo braguetazo habrás pegado. ¡Quiero detalles!

-Bueno… Es rubio, universitario, no sé, cosas normales.

-¿Normales dices? ¡Universitario! Qué envidia… Este año no hay muchos tíos a los que mirar por aquí, la mayoría se han ido a estudiar a otra parte y ahora es un rollo. Y sin ti pues más todavía.

-Bueno, tranquila, conociéndote pronto encontrarás a un nuevo ligue.

-No, ya no hace falta… ¿Te acuerdas de Mario? El guaperas del grupo de amigos. Bueno claro que te acuerdas, cómo no te vas a acordar… Pues llevamos saliendo casi un mes, quien lo diría eh… Yo, la que tiene miedo al compromiso, la que se agobia al verse atada, un alma libre, pero en fin el amor, el amor, es así. Cae cuando menos te lo esperas y donde menos te lo esperas, y no puedes hacer nada. Y Marcos, el chico con el que estuviste liada la última feria, no veas cómo te echa de menos. Se llevó un palo cuando se enteró de que te habías ido, pobrecito, creíamos que no levantaba cabeza y cogía el primer vuelo a Barcelona. ¡Tía, es que está pilladísimo, enamorado! Le has tocado bien eh.

-¡Respira! Deja que asimile poco a poco –Ambas se ríen, si estuvieran juntas sabe que se hundirían en un gran abrazo- Lo primero, más le vale a Mario tratarte como mereces, aún no me lo creo, pero espero que seáis muy felices. Y lo segundo, ¿qué bicho le ha picado a Marcos?

-Reconócelo, si no hubieses tenido que irte tan rápido, también habrías acabado enganchada. ¿Te imaginas? Los novios ‘’M’’. –Suelta una sonora carcajada, y luego un suspiro- Seríais una pareja estupenda.

-Bueno, no lo sé, ya casi no me acordaba de él, aunque debo admitir que me sentía muy bien con aquello que teníamos, pero es mejor no pensarlo, ahora tengo novio y estoy a millones de kilómetros.

-¿Y si vuelves antes de lo previsto?

-Bastante tengo con estar confundida con dos, ¿no crees? No me hagas pensar en otro más. –Ríen a carcajadas hasta que Alex se da cuenta de que está pasando por la biblioteca donde Adrià está estudiando- Oye, tengo que dejarte, estoy un poco ocupada.

-Promete que me llamarás pronto.

-Lo haré.

-Te quiero, Alex.

-¡Yo también te quiero! Chao.

Cuelga el teléfono, pero no lo guarda, antes de entrar en la biblioteca para darle un merecido descanso a su chico, abre el WhatsApp.


         Las personas no cambian, te lo dije, y tenía razón. Saludos a la morena.  

martes, 10 de junio de 2014

     CAPITULO  15


Comer sola no es algo que le agrade, aunque en realidad, lo que no le gusta es comer sola cuando su novio está en las mismas cuatro paredes que ella. El estómago se le cierra, deja el macarrón que tenía pinchado en el plato y recoge la cocina, yendo directa después al cuarto de su chico.

-¿Cariño?

-¿Qué quieres, Alex? –El tono cortante hace que ella de un paso atrás-

-Yo solo… Me apetece estar contigo, apenas nos hemos visto hoy, necesito de ti.

-Ven aquí, anda

Como niña con zapatos nuevos, como estudiantes con vacaciones, Alex se acerca alegre a Adrià, que la sienta en su regazo y acaricia su mejilla. Sonrisas confidentes, miradas desafiantes, y un beso, un beso limpio y lleno de amor, al menos por parte de ella. Y es que pasaría su vida junto a él, quiere tanto a Josh… ¿Qué? No, no, Adrià, claramente quería decir Adrià.

-¿Qué te pasa? Estás como pálida.

-Nada, será de lo mucho que te quiero.

-Yo también, pero ahora tengo que seguir estudiando, ¿vale? Te prometo que por la noche, seré todo tuyo.

-Jo, de acuerdo, ¡pero lo quiero por escrito!

-Mejor lo sello con un beso.

Y así, conforme, se besan, y ella se va sin sentir ese vacío que sentía minutos antes. Sin tener nada que hacer, se sienta en su cama y rodea las rodillas con sus brazos. Todos en casa estudiando menos ella, parecía imposible pero lo echa de menos. Necesita volver a estudiar, ser alguien en un futuro, pero no puede volver, sería una locura, entregarse a sí misma… Un suspiro tras otro, un agobio intenso. Respira hondo e intenta convencerse de que podrá hacer algo, pero sigue en sus trece de que tan solo es una mentira más de las muchas que se hace.

-Iba a llamar a la puerta, pero alguien como yo no necesita hacer una cosa así.

-Oriol… La puerta estaba abierta.

-¡Déjame soñar! –Ríe tal y como necesitaba hacerlo-

-¿Qué ocurre?

-Puedes ayudarme a estudiar y así no te sentirás tan mal.

-¿Cómo lo has…?

-Cariño, tenemos más conexión de la que crees.

-Bueno, está bien, dime cómo puedo servirte de ayuda.

-Solo tienes que hacerme las preguntas que se te ocurran de este temario, si no respondo alguna bien, tienes que invitarme a cenar a un restaurante de lujo.

-Pues más te vale acertar, porque sino me parece que te quedas sin cena.






No sabe si el plan con ella funcionó, pero más le vale que si. Sus ideas están agotadas, es otra persona completamente distinta gracias a Alex, y si no lo vive con él, ¿qué sentido tiene? Saca el libro de matemáticas, tiene que repasar para el examen de mañana, pero no puede. Si el examen fuera sobre Alex, el sobresaliente estaba asegurado. Comprueba su móvil, nada. Dos minutos y lo vuelve a comprobar, tampoco. Lo tira contra la cama y se dice a sí mismo que tiene que estudiar, ¿pero de qué sirve? Dichosa Alex, dichosa y perfecta Alex. Siempre había sido de morenas con estampados de leopardo, era lo máximo a lo que podía y quería acceder, y ahora… Está locamente enamorado de una chica de cristal, cubierta por una fachada de cemento seco por a saber qué motivo. A él esas cosas no le funcionan, la conoce, y no le va a tomar el pelo tan fácilmente. Se levanta de la silla y vuelve a coger el móvil, esta vez no se queda de brazos cruzados esperando, marca su número y tras vacilar el botón verde de llamada unos instantes, lo pulsa.

-¿Diga?

-¡Alex! –Mierda, ha sonado demasiado eufórico, se aclara la garganta para poder continuar con un tono más serio y calmado, pero no puede, al menos no con ella- Quiero decir… ¿Estás ocupada?

-No, no, un momento. –Escucha como susurra con alguien, apuesta cualquier cosa a que es su novio y le dan ganas de colgar- Disculpa, era mi compañero de piso. ¿Qué querías?

-Oír tu voz.

-Josh… Esto no.

-Alex venga ya.

-Las cosas hay que tenerlas claras, tengo novio, somos felices, y me trata justo como necesito.

Cuelga el teléfono, no piensa arrastrarse ni un día más. ¡Enhorabuena, rubio cachas sin una neurona! Adrià ha llevado el trofeo, ha ganado, pero él también quiere ganar. Se levanta, ignorando las malditas matemáticas, y sale de casa dando un portazo. Se acabó.




Observa su móvil detenidamente y le da unos golpecitos, la llamada se ha cortado, y descarta por completo que haya sido queriendo.

-Alex.

-¿Si?

-Tengo que irme a estudiar a la biblioteca, creo que me estoy acostumbrando demasiado a estudiar en absoluto silencio. ¿Qué hacías? Me ha parecido escucharte hablar.

-Ah, si, ayudaba a Oriol con su examen.

-Bueno, pasadlo bien, yo tengo que irme, pequeña.

-Te echaré de menos, ¿vale?

-No más que yo a ti. Te quiero.

-Te quiero.

Y con un beso en la frente, él se despide de ella, que tras su ausencia queda más triste y aburrida. De repente, una idea, una locura más bien.

-¡Oriol, voy a dar una vuelta, haz la cena!


Se recoge el pelo en una larga coleta mientras baja corriendo las interminables escaleras del piso. ¿Es que el que hizo esto no sabía de la existencia de los ascensores? Sale a la calle y mira a izquierda y a derecha. ¿Por dónde era? ¿Por dónde se iba a la casa de Josh?