martes, 10 de junio de 2014

     CAPITULO  15


Comer sola no es algo que le agrade, aunque en realidad, lo que no le gusta es comer sola cuando su novio está en las mismas cuatro paredes que ella. El estómago se le cierra, deja el macarrón que tenía pinchado en el plato y recoge la cocina, yendo directa después al cuarto de su chico.

-¿Cariño?

-¿Qué quieres, Alex? –El tono cortante hace que ella de un paso atrás-

-Yo solo… Me apetece estar contigo, apenas nos hemos visto hoy, necesito de ti.

-Ven aquí, anda

Como niña con zapatos nuevos, como estudiantes con vacaciones, Alex se acerca alegre a Adrià, que la sienta en su regazo y acaricia su mejilla. Sonrisas confidentes, miradas desafiantes, y un beso, un beso limpio y lleno de amor, al menos por parte de ella. Y es que pasaría su vida junto a él, quiere tanto a Josh… ¿Qué? No, no, Adrià, claramente quería decir Adrià.

-¿Qué te pasa? Estás como pálida.

-Nada, será de lo mucho que te quiero.

-Yo también, pero ahora tengo que seguir estudiando, ¿vale? Te prometo que por la noche, seré todo tuyo.

-Jo, de acuerdo, ¡pero lo quiero por escrito!

-Mejor lo sello con un beso.

Y así, conforme, se besan, y ella se va sin sentir ese vacío que sentía minutos antes. Sin tener nada que hacer, se sienta en su cama y rodea las rodillas con sus brazos. Todos en casa estudiando menos ella, parecía imposible pero lo echa de menos. Necesita volver a estudiar, ser alguien en un futuro, pero no puede volver, sería una locura, entregarse a sí misma… Un suspiro tras otro, un agobio intenso. Respira hondo e intenta convencerse de que podrá hacer algo, pero sigue en sus trece de que tan solo es una mentira más de las muchas que se hace.

-Iba a llamar a la puerta, pero alguien como yo no necesita hacer una cosa así.

-Oriol… La puerta estaba abierta.

-¡Déjame soñar! –Ríe tal y como necesitaba hacerlo-

-¿Qué ocurre?

-Puedes ayudarme a estudiar y así no te sentirás tan mal.

-¿Cómo lo has…?

-Cariño, tenemos más conexión de la que crees.

-Bueno, está bien, dime cómo puedo servirte de ayuda.

-Solo tienes que hacerme las preguntas que se te ocurran de este temario, si no respondo alguna bien, tienes que invitarme a cenar a un restaurante de lujo.

-Pues más te vale acertar, porque sino me parece que te quedas sin cena.






No sabe si el plan con ella funcionó, pero más le vale que si. Sus ideas están agotadas, es otra persona completamente distinta gracias a Alex, y si no lo vive con él, ¿qué sentido tiene? Saca el libro de matemáticas, tiene que repasar para el examen de mañana, pero no puede. Si el examen fuera sobre Alex, el sobresaliente estaba asegurado. Comprueba su móvil, nada. Dos minutos y lo vuelve a comprobar, tampoco. Lo tira contra la cama y se dice a sí mismo que tiene que estudiar, ¿pero de qué sirve? Dichosa Alex, dichosa y perfecta Alex. Siempre había sido de morenas con estampados de leopardo, era lo máximo a lo que podía y quería acceder, y ahora… Está locamente enamorado de una chica de cristal, cubierta por una fachada de cemento seco por a saber qué motivo. A él esas cosas no le funcionan, la conoce, y no le va a tomar el pelo tan fácilmente. Se levanta de la silla y vuelve a coger el móvil, esta vez no se queda de brazos cruzados esperando, marca su número y tras vacilar el botón verde de llamada unos instantes, lo pulsa.

-¿Diga?

-¡Alex! –Mierda, ha sonado demasiado eufórico, se aclara la garganta para poder continuar con un tono más serio y calmado, pero no puede, al menos no con ella- Quiero decir… ¿Estás ocupada?

-No, no, un momento. –Escucha como susurra con alguien, apuesta cualquier cosa a que es su novio y le dan ganas de colgar- Disculpa, era mi compañero de piso. ¿Qué querías?

-Oír tu voz.

-Josh… Esto no.

-Alex venga ya.

-Las cosas hay que tenerlas claras, tengo novio, somos felices, y me trata justo como necesito.

Cuelga el teléfono, no piensa arrastrarse ni un día más. ¡Enhorabuena, rubio cachas sin una neurona! Adrià ha llevado el trofeo, ha ganado, pero él también quiere ganar. Se levanta, ignorando las malditas matemáticas, y sale de casa dando un portazo. Se acabó.




Observa su móvil detenidamente y le da unos golpecitos, la llamada se ha cortado, y descarta por completo que haya sido queriendo.

-Alex.

-¿Si?

-Tengo que irme a estudiar a la biblioteca, creo que me estoy acostumbrando demasiado a estudiar en absoluto silencio. ¿Qué hacías? Me ha parecido escucharte hablar.

-Ah, si, ayudaba a Oriol con su examen.

-Bueno, pasadlo bien, yo tengo que irme, pequeña.

-Te echaré de menos, ¿vale?

-No más que yo a ti. Te quiero.

-Te quiero.

Y con un beso en la frente, él se despide de ella, que tras su ausencia queda más triste y aburrida. De repente, una idea, una locura más bien.

-¡Oriol, voy a dar una vuelta, haz la cena!


Se recoge el pelo en una larga coleta mientras baja corriendo las interminables escaleras del piso. ¿Es que el que hizo esto no sabía de la existencia de los ascensores? Sale a la calle y mira a izquierda y a derecha. ¿Por dónde era? ¿Por dónde se iba a la casa de Josh?

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