CAPÍTULO 18
Le ha costado sudores escaparse de casa, pero por fin llega
a la cafetería, aunque lo hace tarde, porque Alex ya no está. Sale del
establecimiento al mismo ritmo con el que ella se aleja, mira en todas
direcciones, pensando que el karma ya ha sido demasiado malo con él y podría
brindarle un poquito de suerte, aunque sea mínima, y entonces ve una figura que
se contonea a paso rápido y decidido, dejando que el viento peine su melena.
Sin pensarlo más, echa a correr, cada vez con más velocidad, hasta que alcanza
esa figura desconocida, sin detenimiento toca su hombro, pero la desilusión
vuelve a su ser cuando la persona que se gira resulta que no es la que
esperaba.
-Disculpe, lo siento, la he confundido de persona.
-No se preocupe. –Y una sonrisa por parte de la desconocida.
Es irónico que a veces se reciban más sonrisas por parte de gente extraña que
de gente cercana-
Sabe que no puede llamar a su móvil, así que sigue caminando
rápidamente pero a la vez llevando su mirada de rincón a rincón de las calles
que recorre. Quizás no es el karma lo que hace que todo salga mal, ¿y si es el
destino que le dice que pare? Igual ella no es la chica predestinada para él, a
lo mejor todo son señales que dicen que hay más peces en el mundo. Esa frase
siempre le ha parecido estúpida, ¿peces? A él le gustaba decir simplemente que
había más mujeres en el mundo, pero no quería otra, no quiere algo fácil,
quiere seguir luchando por ella, pero seguramente sea hora de calmarse y dejar
que todo fluya, y así, sin más, se da media vuelta. Todavía su madre no se
habrá dado cuenta de su ausencia y podrá librarse de un castigo mayor.
Camina más tranquila después de haber conseguido relajarse,
solo tiene ganas de llegar a casa y estar con su chico. No tiene la seguridad
de que este allí, pero si no estaba en la biblioteca, ¿dónde si no? Saca las
llaves de casa y sube a toda a prisa, cuando se adentra en el pequeño piso, la
oscuridad y el silencio le dan de lleno en su rostro. Levanta un poco más
alguna de las persianas y grita el nombre de sus compañeros de piso. Nada. Se
quita el bolso dejándolo sobre el mueble de la salita, donde se da cuenta de
que no está la lista de la compra. Simplemente han salido a comprar, nada de
qué preocuparse. Entra en el WhatsApp para mandarle un mensaje a su novio, ¡qué
rabia le da que no tenga ninguna foto puesta! Aunque lo que le da rabia de
verdad, es que no tenga ninguna puesta con ella. Sin embargo, el WhatsApp de
Alex gira alrededor de él. Su foto de perfil es una en la que ambos sacan la
lengua, y su estado es la fecha en la que empezaron a salir juntos, con un
corazón rojo fuerte al lado. ¿Qué significa el rojo? ¿Amor, pasión? ¿O también
tiene algo que ver con la sangre y el dolor? Su última conexión fue hace cinco
minutos, así que decide dejarle un mensaje informándole de que ya ha llegado a
casa y que le echa de menos, la respuesta no tarda en llegar, pero la puerta
interrumpe su lectura.
-¡Ya estáis aquí! ¡Qué bien!
-¿Estáis? Ojalá fuese en plural y no tuviese que cargar yo
con todas estas bolsas. ¡Tendría que tener a alguien que me hiciese estas
cosas!
-¿Solo vienes tú, Oriol?
-No, vengo acompañado. ¡¿Cariño, no lo ves?! Deja de estar
como un pasmarote y ayúdame con todo esto.
Reacciona rápido y coge las dos bolsas menos pesadas,
dejándolas en la cocina y después ordenando cada producto en el lugar que
corresponde. Su móvil vuelve a vibrar y recuerda el mensaje que dejo sin leer.
Coloco los
libros en su sitio y en menos de quince minutos estoy.
Se decide a escribir pero no le hace falta, Adrià irrumpe en
la cocina.
-Uhmm… ¿Habéis hecho la compra?
-Ha hecho, yo solo le estoy… Ayudando.
-¿Estás bien cariño? –Besa su frente y sonríe como solo él
sabe, así, como quien no ha roto un plato en su vida o como quien ha roto la
vajilla entera. Él no tiene término medio, no es como los demás.-
-Sí, solo que… ¿Dónde estabas?
-En la biblioteca, ya te lo dije.
-¿En qué biblioteca?
-¿Qué es esto? Un interrogatorio. –Pronuncia divertido,
acompañado de una sonrisa que se le borra en cuanto se da cuenta de la seriedad
de su novia-
-¿En qué biblioteca?
-Cielo pues en la de siempre, la que está dos calles más
abajo.
-Qué casualidad, porque ahí he estado yo y no te he visto.
-Bueno yo casi que mejor voy a… A… A dejaros solos, chao.
–Ambos miran a Oriol pero ninguno dice palabra alguna, reina de nuevo el
silencio.-
-Vale, me has pillado, pero es que simplemente no quería que
lo supieras ahora.
-¿Saber qué?
-Esto… -Saca de sus bolsillos unos papeles y se los entrega,
aunque no era ella la destinataria- Me he enterado de que Ed Sheeran da un
concierto dentro de unas semanas a una hora de aquí y sé que te haría mucha…
-El grito de emoción de su novia calla sus palabras y las cambia por sonrisas-
-No, no, no sé qué decir. ¡Dios mío! ¡Ed Sheeran! Cariño no
sé cómo voy a agradecerte esto, ¡te quiero!
-Tu felicidad es suficiente.
Y mientras se abrazan, Adrià no puede dejar de pensar en
cómo va a decirle a la verdadera destinataria de esas entradas que el concierto
ha sido suspendido para ella.
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