CAPÍTULO 21
Cuando Oriol escucha la llave girar en la cerradura de la
puerta, las manos comienzan a sudarle. En realidad no sabe qué va a decirle a
Alex, y tampoco tiene pruebas de que Adrià este haciendo algo que no debería,
pero mejor estar al loro ante cosas que no cuadran.
-Voy a darme una ducha, lo necesito desesperadamente.
-Vale amor –La chica le da un sonoro a beso a Adrià, que
sale escopetado hacia el baño- ¡Oriol! Que susto, pensaba que no estabas en
casa. ¿Qué tal?
-Bien, bien, ¿y tú? ¿Cómo fue la comida?
-Genial, estaba todo espléndido, y más en su compañía.
-Qué guay, ya iremos nosotros y me enseñas que tal, o mejor
aún, en vez de dejarlo en el aire salimos esta noche a tomar algo.
-De acuerdo, avisaré a Adrià para ver qué le parece.
-No, no, es noche de chicas, que luego con él de por medio
no podemos hablar de nuestras cosas.
-¿Novedades?
-Más o menos.
-Intrigante, dame un adelanto.
-Mejor te lo doy cuando lleves una copa de más. Me voy a
fotocopiar apuntes, guapa. Luego nos vemos.
Y lanzando un beso al aire Oriol deja a Alex sola en el
sofá. Apuntes, cómo le gustaría a ella estar agobiada entre folios escritos sin
un espacio en blanco, no se aprecia cuando estás estudiando, pero cuando se
deja, es una sensación horrible. Siente como no está aprovechando su vida. Vive
en un sueño, pero también necesita realizarse, sentirse útil, estresada,
sentirse adolescente. Sigue pensando una solución, algo que hacer, pero le da
miedo. Su padre podría estar recorriendo todos los institutos de la zona con
tal de encontrarla, seguro que no se fía de lo que pueda contar sobre lo sucedido y prefiera tenerla bajo control, y si la encontrase… Un escalofrío recorre su
cuerpo, pero por suerte el teléfono interrumpe y se ve obligada a liberar su
mente.
-¿Si?
-Buenas tardes, señorita.
-¿Señor Moore es usted? Oh dios mío, ¿cómo le va?
-Todo lo bien que le puede ir a un viejo como a mí –oye su
risa desgastada y ronca y se le pega- ¿Y a usted?
-Estoy sobreviviendo, que es lo importante.
-Podría arriesgarme a llamar para preguntar por su estado,
pero lo hago por algo más complejo. Su padre anda ocupado últimamente, pero eso
no significa que se haya rendido. La sigue buscando.
-Creo que hasta que no me vaya de aquí no voy a poder estar
tranquila.
-No hace falta precipitarse, señorita. ¿Ha pensado en
retomar sus estudios?
-No hay día que pase que no lo piense, pero usted mismo lo
ha dicho, me sigue buscando.
-¿Por qué iba a encontrarla?
-Bueno… Estudiar implica salir, salir implica la posibilidad
de ser encontrada.
-¿Y quién ha dicho que deba salir, señorita? He encontrado
un profesor que estaría dispuesto a darle clases en su casa.
-¿Ah, sí? ¿Quién?
-Yo mismo.
Igual Alex no podía ver la sonrisa que el Señor Moore tenía
dibujada en su rostro, pero estaba bastante emocionado de poder dar clases a
esa chica tan encantadora, o intentarlo al menos. Anota la dirección que le
dice la joven por teléfono y lo guarda en su bolsillo antes de que pueda ser
visto.
-¿Se puede saber que estás haciendo con el teléfono en
horario de trabajo? ¡El jardín está deseando ser cortado!
-Disculpe Señor, tan solo hacía una recarga.
-¡Que no se te ocurra volver a hacer cosas que no vienen a
cuento cuando debería estar haciendo otras más importantes! Ya te he dado unas
horas libres, pero no me hagas tener que despedirte. Además, sabes que sería una ruina para ti dejar de
servirme.
-Sí, Señor, disculpe.
-Ya tengo bastante con una niñata que no me hace caso y se
comporta como una hija rebelde yéndose de casa como para aguantar a un empleado
que hace lo que le da la gana. ¡Al trabajo!
El Señor Moore se incorpora a las tareas, pero esta vez con un
motivo suficiente para hacerlo con una sonrisa.
No sabe si recogerse el pelo con un par de pinzas o
dejárselo suelto. Ante la duda le pregunta a Oriol, que añade que suelto le
hace parecer una diva de armas tomar. Guarda las horquillas en el cajón y mira
por el espejo a Adrià, que no está muy contento de que su novia se vaya de
fiesta.
-Cariño, volveré pronto, además así tienes la casa para ti
solo en absoluto silencio para estudiar tranquilo.
-Bueno, igual salgo yo también a dar una vuelta.
-¡Con que intentas picarme! Sabes que no funcionará, amor.
Pero, si sales, quítate a las lobas de encima, que ya tienes a una novia que te
quiere con locura.
-Haré lo que se pueda.
-Idiota, te quiero.
-Yo también a ti.
Y sin estar muy convencido, besa a Alex intensamente, lo que
hace que Oriol gire la cara y aumenten sus ganas de salir. Cuando por fin dejan
de compartir babas, Oriol se ve conduciendo en su pequeño coche del que no está
muy orgulloso, pero menos da una piedra. Alex se mira en uno de los espejos una y otra vez, repasándose el pelo o controlando su maquillaje.
-¡Que estás bien! Por favor, te estás mirando más que yo, y
eso ya es obsesivo.
-Perdona, perdona. Es que no consigo verme del todo… -La
mirada que el chico le dirige hace sellar sus labios, al menos en ese tema-
¿Qué querías que hablásemos?
-¡Pero qué prisas nena! Relax, todo a su tiempo.
Cuando entran en el local, Alex pide algo fuerte, al
contrario que Oriol que al tener que conducir, se conforma con una coca-cola y
se sientan en uno de los sillones del fondo. Oriol da un trago a su
bebida, y Alex le acompaña tosiendo
después de dar un trago más largo. La música está alta, pero lo suficiente como
para poder mantener una conversación sin tener que dejarse la voz. Como en las muchas discotecas existentes, hay de todo tipo de personas, pero ella prefiere fijarse en la pista y en
las miles de luces de colores. Se marea, bebe de nuevo, y cuando se da cuenta
lleva la mitad del vaso.
-¡Si bebes rápido se te va a subir a la cabeza antes de lo
que te gustaría!
-Una noche es una noche.
-¡Déjate de bobadas! Y la próxima vez venimos en autobús,
que las divas no bebemos coca-cola.
-Bueno, las divas tampoco van en bus.
-Touché. ¡Bailemos!
-Vale pero antes voy a pedir otra de estas.
-Oye cuidado que yo no hago de niñera.
-¡Calla aguafiestas! Sé lo que hago.
En la pista ambos se mueven como mejor saben, pero pronto
Oriol se pone a bailar con un par de chicos y Alex, causándole gracia, decide
esperarle tranquilamente en los asientos de antes. Bebe con calma y le observa,
al final va a resultar que baila incluso mejor que ella. La paz no le dura
mucho, porque un chico que solo tiene músculos se sienta a su lado.
-Hey, preciosa.
-Si me disculpas, me he terminado la copa, voy a por otra.
-No te muevas, ya te la traigo yo.
-¿Es que sabes? No me fío, podrías echarle algo para luego
aprovecharte de mí.
-Vale pues ven conmigo, lo decía porque igualmente tenía que
ir, yo también tengo el vaso medio vacío.
-Tú ganas, ve a pedir. Total, estoy algo mareada y la barra
está considerablemente lejos.
Ve al chico alejarse, esperando que le traiga la bebida y
luego se marche. Se detiene a mirar los cuadros que hay repartidos por el
local, modernos y atrevidos. Aunque no sabe muy bien qué se supone que son.
-¿Qué quería ese armario empotrado?
-¿Eh? No era un armario, Oriol, era un chico.
-Alex por favor… Fijo que te estaba tirando los tejos.
-Solo ha ido a rellenarme el vaso.
-Lo que yo decía.
-¡Que tengo novio!
-Sí, pero él no lo sabe.
-Ups.
Oriol iba a abrir de nuevo la boca para decir algo sobre el
susodicho cuando, al verle aparecer, no le queda otra que morderse la lengua.
-La bebida para la chica más guapa.
-Que poca originalidad.
-¿Qué has dicho, pardillo?
-¡Que cuánta originalidad! Brillante.
Pasa el brazo por los hombros de Alex, acercándose
demasiado.
-¿Y qué hace una chica como tú tan mal acompañada?
-No estoy mal acompañada, estoy con él.
-Viene a ser lo mismo. –Alex, que no entiende si se está metiendo o no con su mejor amigo,
vuelve a beber de su vaso tranquilamente- ¿Te apetece que vayamos fuera? Aquí
hay mucho ruido.
-No me has dicho ni tu nombre, en serio quiero estar sola,
ve a otro sitio que esto está lleno de tías.
-Pero no tan guapas como tú.
A sorpresa del chico, Alex besa a Oriol y le mira haciéndole
entender que sí que es mejor que se busque a otra, y este se larga con la peor
cara de asco que podría haberse puesto jamás.
-¡Alex!
-Perdón, perdón, se estaba poniendo pesado, algo tenía que
hacer.
-Bueno, no importa, todo sea por ayudarte, lo superaré. Y
hablando de ayuda, tengo que hablar contigo.
-Sí pero espera, tengo que ir al baño, esto pasa factura.
Espérame eh.
Alex más que andar, corre hacia los servicios. Encuentra el
de mujeres y entra, pero para su desgracia solo hay cuatro y están todos
ocupados. Se pone a dar saltitos temiendo no poder aguantar hasta que uno queda
libre, y entra casi sin dejar salir a la mujer que estaba dentro. Más aliviada,
sale y se lava las manos cuando nota una mirada fija sobre sus hombros. Gira la
cara levemente y… Oh, no, no puede estar pasando. La masca-chicles, la pesada
de su clase, está a su derecha, y no sola. Su tropa le hace compañía.
-¡Pero qué tenemos aquí! Si es nuestra amiga Alex.
-Ya nos veremos, tengo que irme.
-No te va a pasar nada por esperar unos minutos más. –La líder
del grupito se acerca demasiado a ella, cosa que no le gusta en absoluto-
¿Dónde has estado todo este tiempo?
-¿Qué más da? Deja que me vaya.
-Ni hablar. Se te echa de menos en clase… Bueno, en realidad
no, lo que pasa que sin nadie a quien molestar, nos aburrimos.
-Por desgracia, encontraréis más víctimas, es vuestra
especialidad.
-¿Te atreves a vacilarme?
Una de las chicas abre maliciosamente el grifo, empapando de
agua a Alex, que aprovecha las risas para salir corriendo. Llega a la mesa y se
bebe lo poco que le quedaba en el vaso. Va a la barra sin decir nada a Oriol,
que la sigue sin entender que puede estar pasando, pide otra y se la acaba en tres tragos.
-Vámonos de aquí.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Tan mal decorado está el baño?
-Oriol, en serio.
La cara de Alex lo dice todo, y ahora que se fija tiene las
puntas del pelo mojadas y parte de la ropa. No hacen falta palabras, agarra su
mano y la saca de allí. Con los ojos llorosos, le cuenta todo a su mejor amigo,
que se siente frustrado por no haber podido poner remedio en su momento. No sabe si ha sido mala
idea salir, pero lo que si sabe es que lo que sería mala idea es contarle lo
que tenía pensado.
-Tranquila, estás conmigo y no te pasará nada. Demos un paseo
para que te calmes.
-Estoy muy mareada, Oriol.
-Es normal, has bebido como si de agua se tratase, y era un
poquito más fuerte que eso.
-Me siento estúpida.
-Venga, vamos, no le des más vueltas.
-No me refiero a eso, o sea, nunca me he comportado así.
-A todos nos llega, da gracias de que yo
estoy bien y me tienes al cien por cien para cuidarte.
-Creo que voy a vomitar.
-No, Alex, no, aquí no, aguanta un poco que justo enfrente
hay un parque.
Pero no, no llegan. Oriol busca desesperadamente un paquete
de pañuelos que no tiene, y sabe de sobra que no lo tiene, pero igual ha
aparecido por arte de magia a lo largo de la noche. Ve que Alex hace
aspavientos con la mano intentando sacar algo del bolso, pero él, haciéndose
una ligera idea de lo que busca, sujeta el bolso y mete la mano en él, sacando lo
primero que encuentra: toallitas.
-¿Mejor? Cuando vomitas se suele pasar el mareo.
-Sí, gracias, necesito aire eso es todo.
Pero cuando se dispone a seguir andando, todo empieza a
darle vueltas y no da más de cinco pasos. Se sienta en mitad de la acera, con
la cara sobre las manos. Oriol pone los brazos en jarra, dando la bienvenida a
la larga noche que le espera.
-No puedes sentarte ahí, Alex.
-¿Cómo que no? Mírame, lo estoy haciendo.
-Sí, es decir, puedes, pero no… -Decide no explicárselo,
porque va a surgir el mismo efecto-
-Hace buena noche para quedarnos aquí.
-Vámonos a casa, te vendrá bien una ducha, o dormir.
-¡No! ¡Quiero quedarme! Hace fresquito.
-Alex por favor, va a pasar alguien y te va a ver así.
-Ya no me importa lo que la gente piense. Si debo estar
pendiente de la opinión de los demás, jamás viviré feliz.
-Está bien, me sentaré contigo.
-No, no creo que esté bien sentarse en medio de la acera,
podrías obstaculizar el paso.
-¡Pero si tú..! –Reflexiona dos veces antes de seguir la frase,
sabiendo que será inútil, y piensa un plan para levantarla de ahí- Adrià debe
estar esperándote, y seguro que está preocupado, es tarde.
-Está muy ocupado con los estudios como para pensar en mí.
-De acuerdo, se acabó.
Oriol, como último recurso, la sube en brazos y la lleva
sobre sus hombros, intentando llegar al coche sin ningún accidente.
-¿Se puede saber por qué estoy volando?
-La próxima vez tomaré lo que tú para así volar juntos.
Llegan al coche sanos de milagro, porque Alex no ha parado
de moverse pensando que era una astronauta. Consigue sentarla en el asiento del
copiloto y le pone el cinturón. Se dirige al sitio del conductor frotándose el
hombro, y no es que Alex pese, pero entre que él apenas tiene fuerzas y que la
chica no paraba de moverse… Solo espera que descansando se le pase. Abre un
poco la ventana para que le entre el aire de la madrugada a Alex, que se ha quedado
dormida nada más montar. Al llegar, vuelve a sostenerla en los brazos, pero
esta vez no sobre el hombro, y aunque el camino hasta llegar arriba sea corto,
el ascensor parece eterno. Lo gracioso viene ahora, cuando debe abrir la puerta
con las manos que tiene ocupada en sujetar a su amiga. Da golpes con el codo a
la puerta, esperando que Adrià le oiga y pueda abrirles, pero no sucede nada. De
nuevo, vuelve a golpear la puerta, aunque esta vez con la rodilla, teniendo
cuidado de no despertar a Alex. Oye pasos al otro lado de la puerta. Aleluya.
Un chico adormecido aparece, poniendo cara de incredulidad cuando observa el
panorama.
-¿Se puede saber que ha pasado?
-Chssssssss, vas a despertarla.
-¿Está borracha?
-No, simplemente se nos hizo tarde y se ha quedado dormida
en el camino de vuelta a casa.
Adrià abre la cama de su novia y Oriol la mete dentro,
arropándola y saliendo con total sigilo. Alex nota el calor y algo que la
rodea, pero está demasiado cansada como para abrir los ojos y averiguar qué es.
Adriá no tarda en coger el sueño abrazado a ella, también ha sido una noche
intensa para él.
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