sábado, 8 de noviembre de 2014

CAPÍTULO  25

-Josh, no hay nada de lo que hablar.

-¿Tú crees? De verdad, lo del Starbuck… Mi madre me castigó y cuando llegué tu ya…

-No digas nada. –Interrumpe con buena intención Alex-

-Claro que digo, no puedo permitir que te hagas ideas equivocadas de mí.

-En realidad no se qué dichosa idea debería hacerme de ti, porque fuiste un cabrón conmigo, luego el mejor chico con el que podría tropezar, pero después vuelves a lo de antes y me estás haciendo un lío.

-No soy yo quien te confunde, eres tú que no te das la oportunidad de conocerme como realmente soy y te quedas con lo que tu cabeza cree porque tienes miedo, tienes miedo de darte cuenta de que he cambiado y engancharte a mí.

Segundos de silencio que parecen horas y se hacen eternos. Josh espera impaciente que Alex pronuncie palabra, pero esta solo intenta convencerse de que lo que acaba de escuchar no es verdad. Si antes estaba confundida, ahora va a explotar. Si es cierto eso que dicen de que la vida de adolescente es la que menos problemas tiene, no quiere crecer, porque no se imagina con problemas mayores y con más quebraderos de cabeza. Cierra los ojos hasta que la voz de la enfermera interrumpe sus reflexiones. Las visitas deben acabar durante media hora por el proceso de limpieza, les dice.

-Bueno, supongo que tienes mucho que pensar, o no. De todos modos, volveré en treinta minutos. Odio los hospitales, pero no sabes lo mucho que les debo en este momento por haberme traído hasta aquí, hasta ti.

-Josh dame un segundo. Ni si quiera puedo enfadarme contigo y juro que es lo que he deseado desde que desaprovechaste la última oportunidad que te di. Quizás tengas razón y te odio por ello, hasta que me acuerdo que odiarte no es una opción. Es cuanto me sale en este momento. Joder, estoy temblando de los nervios.

Él agarra sus manos temblorosas y las aprieta, sus ojos se encuentran y se adentran los unos en los otros. Alex puede notar su aliento y casi la textura de sus labios debido a lo cerca que se encuentran. ¿Va a besarla? Quiere retroceder pero no puede, se queda pasmada por todo lo que su cuerpo siente en ese instante. Un leve mareo hace que se apoye en la pared y sea consciente de lo que está pasando, vuelve a entrar en la habitación y se tumba sobre la cama, deseando despertar de esta maldita pesadilla y tomarse la taza de chocolate caliente que su madre le prepara cada día. El olor a amoniaco que está dejando la limpiadora en la habitación no ayuda a aclarar su mente, así que decide cerrar los ojos e intentar dormir, pero la enfermera, como de costumbre, interrumpe.

-Hola, guapa, ¿cómo te encuentras hoy?

-Mejor, yo creo que podría irme ya a casa. –Eso arranca unas risas a la joven de bata verde y asiente-

-Sí, yo también lo creo, por eso te he estado redactando el alta.

-¿En serio?

-Claro. Puedes ir vistiéndote con tu ropa que en cuanto se imprima el documento podrás marcharte.

-De acuerdo, muchas gracias.

Se levanta de un brinco sin acordarse de que el suelo estaba mojado y resbala un poco, pero nada que no le permita controlar la situación. Le manda un mensaje a su amiga para que vaya a recogerla y ahora, con más cuidado, se dirige hacia el baño, donde intenta peinarse de nuevo y arreglarse todo lo que se puede arreglar una persona en el servicio de un hospital. Ahora que parece otra, o más bien ella, se siente mucho mejor. Casi unos quince minutos después, sale y comienza a meter las pocas cosas que tiene en el bolso.

-¿Te vas? –Pregunta una dulce voz a su espalda, que le saca una sonrisa-

-Así es, renacuajo. Ya no tengo nada más que hacer aquí.


-Jo, pues qué pena, no quiero volver a quedarme solo.

-Seguro que pronto viene otro niño a hacerte compañía y lo pasarás tan bien que ya ni te acordarás de mí.

-¡No digas eso! Eres la mejor compañera de hospital del mundo. –Tanto Alex como la madre de Esteban arrancan en risas-

-Tú también lo eres, renacuajo. Bueno, ¿me das un abrazo?

-Claro, pero vas a tener que venir tú, hoy la pierna me duele más de lo normal, pero soy un valiente eh.

-No lo pongo en duda. –Alex se acerca y abraza con fuerzas a Esteban, que le corresponde sonriente. Acto seguido le da dos besos a su madre.- Gracias por todo.

-Ha sido un placer, cuídate, que vaya todo bien.

-Igualmente, hasta otra.

No quiere esperar a que le lleven el dichoso papel, más que nada porque no quiere volver a cruzarse con Josh, no por el momento. Abre la puerta con intención de dirigirse a recepción, pero le da en la frente aquello que evitaba. Sus ojos se encuentran con una mirada de color miel.

-¿Quién eres tú y que has hecho con Alex?

-¿Perdón?

-Es mi manera de decirte que estás muy guapa.

-Una manera de hacer cumplidos un tanto extraña.

-¿Y qué no es extraño en este mundo?

-¡Amor! –Ve a su amiga correr hacia ella por el pasillo y va al mismo ritmo a encontrarse con Cris, que la ha salvado de empezar  a sentir su estómago revolucionado a causa de tener a Josh tan cerca- ¿Vamos? Está Oriol abajo esperando con el coche.

-Sí, claro, pero deja que me despida de Josh y me pase a por el alt..

-¿¡Ese bombonazo es Josh?! –Interrumpe su amiga con los ojos a punto de salirse de las órbitas-

-Shhhh, baja la voz. Sí, es él.

-Nena, o te decides rápido o me lo quedo yo.

-No tengo nada que decidir, estoy con Adriá y quiero que todo siga así. –Su amiga baja la cabeza y no dice palabra. Mala señal.- ¿Qué? ¿Qué pasa?

-Me ha bastado una noche en casa para saber que ese chico no te conviene. Si ya me daba mala espina lo que me contabas por teléfono, no sabes lo mal que me huele el asunto ahora que lo veo con mis propios ojos. Espabila, no es para ti. Encima te gusta Josh, que no es para menos.

-¡Deja de decir eso!

-Es la verdad.

-No, no lo es.

-Eso es lo que tú quieres creer porque pasas de complicarte más la vida. Joder, estás en la edad de cometer miles de errores, de probar chicos hasta dar con el indicado, estás en la edad de vivir. No te encierres en una sola persona. Además, cómo le miras no es la forma de mirar a una persona que no te gusta.

-Qué os ha dado a todos hoy que estáis tan filósofos.

-¿Qué?

-Nada, que es mejor que nos vayamos, estoy harta de esta situación.

-Nena, voy a recoger tus papeles y dejo que te despidas. No quiero que te veas bajo presión, pero no intentes decirle al corazón que no cuando te está tirando de cabeza al sí, porque serás tú quien salga perdiendo.

Sin decir más, se marcha dejando sola a Alex, que vuelve con Josh. Dicen que ante una mirada, las palabras sobran, y si no lo dicen ya se encarga de pensarlo ella, porque el contacto que siente al posar sus ojos sobre los de Josh es tan fuerte que no hace falta decir nada. Unos segundos después, el chico agarra su mano y la mira como nunca lo había hecho, y entonces Alex siente miedo. Siente miedo y se da cuenta de que todo es verdad, su cuerpo tiembla y no quiere echar a correr, quiere quedarse ahí, con él.

-Promete que…

-Te llamaré, Josh. –Se adelanta ella, sacando así una dulce sonrisa de sus labios-

-No tardes mucho, que aunque seas la primera en mi lista, hay más detrás y no te hará ninguna gracia que se te adelanten. –Josh ríe burlonamente y le contagia la risa a Alex, que suspira.-

-No olvides que también estoy en la lista de otro.

-Sí, pero no sé si estás en el primer puesto. –Esas palabras le descolocan, no por las palabras en sí, si no porque sabe que en ellas hay parte de razón. Su semblante se torna serio.-

-Debo irme.


Y se unen en un abrazo, porque los dos besos no están hechos para ellos. Va a encontrarse con su amiga, que la frena para abrazarla. No se dicen nada, porque no es necesario, ambas asienten, suspiran y van al coche, sin ser conscientes de que se adentran en un fin de semana que viene más que movidito. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

CAPITULO 24

Vuelve a sentarse en la cama tan incrédula como se levantó. Mira a sus amigos aún asombrada y termina de tumbarse. Se siente cansada, pero no quiere quedarse sola. La joven enfermera entra en la oscura habitación para medicar de nuevo a Alex.

-¿Te encuentras mejor?

-Sí, gracias. ¿Cuándo van a dejarme ir?

-Seguramente mañana, pero debes tener paciencia. Y por cierto chicos, se hace tarde y Alex tiene que descansar.

-Pero no pueden irse ahora.

-Mañana os veréis de nuevo, venga venga, cinco minutos para que os despidáis y os quiero fuera eh.

Todos empiezan a abrazar a Alex y llenarla de besos, excepto Adrià, que apenas ha dicho palabra desde que llegaron. Oriol sale y Cris le sigue, es Marcos quien se queda parado aún frente a Alex.

-Marcos. –Le dice su amiga en un tono casi inaudible.- Es mejor que les dejemos solos.

-Pero…

-Vamos.

Cris tira de su brazo y le hace salir junto a Oriol, aunque ambos preferirían estar junto a su amiga saben que su momento ya ha pasado, por ahora. Dentro, Adrià abraza a su chica diciendo que la echará de menos y besa sus labios con la manera más dulce posible.

-Será duro dormir esta noche sin ti, y más en este sitio.

-Ya lo has hecho una noche, una segunda vez  no te será tan difícil.

-No tiene gracia. Parece que a ti no te afecta. Claro, estás acostumbrado a pasar las noches por ahí.

-¿A qué viene esto?

-Tú sabrás a que viene, Adrià.

-Solo quería quitarle hierro al asunto.

-Le has quitado demasiado.

-Hasta mañana.

-Hasta mañana.

Se dan un beso corto donde apenas sus labios consiguen rozarse. Alex gira la cara y el sonido de la puerta le hace cerrar los ojos, sabiendo que debe controlar sus lágrimas y dejarlas dentro por una vez. Por suerte, antes de que se dé cuenta estará amaneciendo y podrá salir de esa cueva conocida como hospital. 


El sol irrumpe bastantes horas después en la habitación, pero no es lo que despierta a Alex. La chica abre los ojos debido a que las enfermeras han empezado a servir el desayuno. A medio centímetro de su cara encuentra unos ojos color café que consiguen que la chica dé un respingo.

-Perdón, no quería asustarte querida, solo comprobaba si estabas dormida.

-Bueno, ahora es obvio que sí. ¿Qué hora es?

-Las ocho menos diez. ¡Hora de prepararse para un buen día!

¿Buen día? ¿A las ocho de la mañana? ¿En un hospital? Alex piensa que esa enfermera debe de tener un chute interesante de positivismo porque no acaba de entender su felicidad. Pero eso se lo guarda para ella, no quiere parecer grosera, bastante han hecho ya por ella. La mujer de verde le sirve el desayuno a Esteban, que parece que para él sí que va a ser un día divertido.

-Buenos días, Esteban. –La enfermera se va y Alex se acerca a acariciar el pelo del pequeño-

-¡Hola, Alex! ¿Has visto las galletas que nos han puesto? ¡Son las más ricas del mundo mundial!

-Pero bueno, a qué se debe tanta felicidad hoy. –Dice Alex entre risas-

-Es que va a venir mi primo a visitarme, y me hace mucha ilusión porque quiero mucho a mi primo. Nos pasamos el día jugando a todo lo que yo quiero.

-Ojalá tuviera un primo así, has tenido mucha suerte eh renacuajo.

Le dedica una sonrisa al niño y entra en el baño a asearse antes de tomarse lo que han traído. Se quita el pijama que olía a medicamentos y se pone el nuevo que le dejaron sobre la mesilla, que esta vez, por suerte, es de su talla. Aunque no se haya despeinado demasiado, pasa sus finos dedos entre sus mechones, colocando a cada uno en su sitio. Se mira de nuevo, tiene un arañazo en la frente y un chichón en la parte de atrás de su cabeza, pero ya apenas le duele. Vuelve a sentarse en esa cama dura y se acerca la bandeja lo suficiente como para no mancharse. Las galletas no saben a nada prácticamente y el café como que no va con ella, pero hace un esfuerzo por ingerir algo de comida y que su estómago no se queje más. Tapa la bandeja y la mira confusa, ¿debe recogerla ella o esperar que se la lleven? No sabe qué hacer en estos casos, pero la madre de Esteban, como madre que es, interpreta su mirada y pone ambas bandejas juntas, dirigiéndole una sonrisa. Alex hace ademán de pronunciar palabra pero la mujer niega con la cabeza. Decide entonces agradecérselo con su mejor sonrisa, y sale hacia el pasillo.

-Bueno, Esteban, ¿y qué haces para divertirte?

-Suelo jugar al veo veo con mamá, pero puedo hacerlo contigo esta vez si quieres, no creo que se enfade.

-Oh, buena idea.

-¿Quién empieza?

-¿Te parece que lo haga yo?

-¡Claro! ¿Pero sabes jugar?

-¡Por supuesto! –Cambia la cama por un sofá y echa el respaldo todo lo que se puede hacia adelante. Un minuto más en esa cama y se hubiese partido en dos- Lo tengo, veo veo.

-¿Qué ves?

-Una cosita.

-¿Y qué cosita es?

-Empieza por la a.

-¡Habitación!

-No, eso es con hache, renacuajo. Prueba otra vez.

-A… A… Jo, no se me ocurre nada. Pido pista.

-De acuerdo, tiene puertas.

-¡Ya sé lo que es! Qué fácil, es… ¡¡Josh!!

-¿Josh?

Alex, extrañada, gira lentamente hacia la puerta siguiendo la mirada de Esteban, y se da cuenta de que lo que había dicho no tenía nada que ver con el juego, sino con la llegada de su primo, que no era ni más ni menos que Josh, su ex compañero de instituto. Esteban hace ademán de levantarse corriendo cuando se da cuenta de que tiene la escayola y no le va a ser tan sencillo. Alex y Josh mantienen el contacto visual, a cada cual más incrédulo, hasta que este último reacciona.

-Dios míos Alex, ¿qué haces aquí? ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?

Antes de darse cuenta, Josh ya está acariciando la cabeza de Alex suavemente y con dulzura, preocupado, y de repente la abraza. Alex no sabe por qué pero su piel se eriza y sus ojos se emocionan.

-¿Eres… Tú eres su primo?

-Sí, increíble, ¿verdad? 

-Y tanto... Menuda casualidad.

-Yo no estoy tan seguro de que sea casualidad.

-¿Os conocéis?

-¡Primito! Estás tan grande que no te había reconocido, creí que me había equivocado de habitación. ¿Cómo va esa pierna?

-¡Muy bien! Puedes firmármela si quieres que no me molesta.

-Dame un boli y te hago una obra de arte en un momento. –Mientras Josh pinta y el niño ríe ante los dibujos, la madre entra con un vaso entre las manos-

-Siento haber tardado Alex, aproveché para bajar a la cafetería.

-No se preocupe, ha sido un placer. Tiene un hijo increíble. Bueno, yo os dejo en familia. Me salgo un ratito al pasillo a ver qué ambiente hay, ¡pasadlo bien!

Alex se levanta intentando aparentar tranquilidad aunque toda ella sea nerviosismo puro y se dirige a la puerta, pero una voz la detiene.


-¡Espera! Te acompaño Alex, hay cosas que quiero hablar contigo.

viernes, 12 de septiembre de 2014

CAPÍTULO  23

Horas después, un fuerte olor a medicina despierta a Alex, que cree estar soñando. No sabe con exactitud donde se encuentra, pero puede imaginarlo. Está encerrada en cuatro paredes blancas, (más de lo normal), con muchos aparatos médicos de los cuales la mayoría no sabe su función. Busca su móvil, un teléfono, algún reloj, algo que le dé respuestas, pero le duele mucho la cabeza y abandona la búsqueda con rapidez. La puerta está entreabierta y pasan mujeres vestidas de verde tan deprisa que parece que corren, o mejor, vuelan. Deben ser enfermeras, algunas gritan pidiendo paciencia, otras se quejan de falta de personal… Hasta que una de ellas repara por casualidad en Alex y pone cara de asombro, o sorpresa, no es capaz de distinguirlo bien.  Tan veloz como sus pies le permiten andar, entra en la fría sala y pone una mano en la frente de la joven.

-Hola, bonita. ¿Cómo te encuentras?

-Confusa, dolorida, perdida, ¿qué ha pasado?

-Te desmayaste en la puerta del Starbucks, una de las trabajadoras te vio a través de las vidrieras y llamó rápidamente a urgencias. Fue muy amable al no separarse de ti hasta que llegamos.

-¿Me desmayé? ¿Por qué?

-Consideramos que fue un ataque de ansiedad, junto a estrés quizás, que llevó a provocarte tal mareo. Aún estamos haciéndote pruebas para saber con exactitud qué te ha ocurrido. Tu función ahora es descansar.

-Pero debo irme, tan solo me duele un poco la cabeza, mis amigos estarán preocupados al ver que no llego a comer.

-¿Comer? Cielo, son casi las ocho de la tarde.

-¿Tantas horas llevo aquí?

-Un día, ha sido toda una sorpresa que despertaras, estábamos debatiendo la posibilidad de que hubieras entrado en coma.

-¿Por un desmayo?

-O por el golpe en la cabeza. Pero basta de preguntas, te traeré algo para el dolor y tú descansa. Tu padre llegará en breves, le avisamos en cuanto le localizamos hace un par de horas.

-¿Has dicho que mi padre viene hacia aquí? No, no puede verme.

-Tiene que hacerlo, no puedes quedarte sola todo el tiempo.

-Escúchame, mi padre no debe encontrarme, tienes que evitarlo. –La enfermera, que mira con atónita expresión pensando que debe ser efecto del golpe, hace ademán de irse, pero Alex agarra su brazo impidiéndolo- Por favor, haga lo que sea, mi padre es un maltratador e intenta abusar de mi sexualmente. Me escapé de casa y está buscándome para rematar la faena que había empezado. Si me encuentra, será mi fin, porque no se conformará con darme un par de guantadas. -No sabe como  ni porque ha soltado eso, y con esa manera tan directa, pero en los casos desesperados se acuden a soluciones desesperadas.-

-Tranquila, en ese caso vamos a cambiarte de habitación y haremos algo para conseguir que tu padre se vaya.

-No va a conformarse tan fácilmente, le habéis dado una pista de donde podría estar y no parará hasta comprobarlo por sí mismo.

-De acuerdo, te prepararemos entonces una habitación en la planta infantil, allí le será más difícil entrar. Avisaré a todo el personal  y no permitiremos que te hagan daño. ¡Matilda! –Otra mujer, algo más robusta y  mayor, entra en la habitación y sonríe al ver a Alex despierta- Necesito que te quedes con ella, no te vayas de su lado hasta que yo vuelva. Es importante. Alex, prepárate para subir, vendré con un celador lo antes posible. Tus pertenencias están en el armario, no te pasará nada, pon a Matilda al corriente de todo esto.

Alex, nerviosa pero sobretodo asustada, le explica la situación a la otra enfermera, que escucha con atención manteniendo la calma mientras recoge las cosas del pequeño armario metálico, aunque hay poca cosa. Se siente mejor al soltar todo eso a unas mujeres como ellas, pero no está segura de haber hecho lo correcto. Apenas termina llega la chica que antes había estado con ella junto a dos hombres. Uno bajito y regordete, con un bigote que le tapa casi todo el labio superior, y el otro algo más alto pero bastante fuerte también. Agarra su bolso, la chaqueta y el móvil con fuerza entre sus brazos y los celadores la llevan con rapidez por el pasillo. Apenas puede ver lo que ocurre a su alrededor porque está todo borroso a causa de la velocidad que llevan. De hecho, ve a las enfermeras correr a su lado, mirando a derecha, izquierda, frente y atrás por precaución. Entran en el ascensor y cuando se detiene, sale primero Matilda, que mira el pasillo por lo visto aislado y luego da vía libre para salir. Lo primero que ve Alex son dibujitos de conejos y animales varios animando la planta. El celador baja la velocidad y puede notar el alivio en las caras de las enfermeras. Algunos niños que están por ahí paseando miran extrañados a una chica mayor pasando por un sitio solo reservado para niños más pequeños, pero se alivian al ver que les dedica un par de sonrisas. Se dirigen hasta el final, habitación 103, y entran los cinco. Colocan la cama, echan el freno y se fija en que tiene un compañero de habitación bastante entrañable, y eso no sabe porque, pero le hace sentir mejor.

-Puedes estar tranquila, aquí no va a pasarte nada. Matilda se quedará en la planta y los celadores cerca de tu puerta para más seguridad. –el móvil de la enfermera suena, que lo coge sulfurada y con las manos algo temblorosas. Seguro que pocas veces se han visto en una situación como aquella- Si, si, de acuerdo… Ella ya ha sido trasladada a la planta de infantiles… Ajá, mantenme informada… Sí, gracias, gracias, chao. -Tras medio minuto de silencio, la enfermera de nombre desconocido coge aire- Tu padre está en recepción, aún no ha entrado pero está preguntando por ti. Viene acompañado por un anciano, ¿es tu abuelo?

-No, es su sirviente, pero para mí como si lo fuera. De hecho es un alivio que venga con él, no permitiría que me hiciese daño.

-Cualquier dato es bueno. Le están reteniendo y dudo que pueda pasar, y si lo hace, no va a encontrarte. No pienses en ello, piensa que estás a salvo, ¿de acuerdo?

-¿Que no lo piense? Lo siento, pero no es fácil. No lo es, de hecho estoy muy nerviosa, me duele el pecho y tengo mucho miedo.  –La enfermera se sienta junto a ella y acaricia su pelo. Hacía tiempo que nadie le daba mimos de esa forma. Desde que su madre…-

-Cielo, es un hospital, no vamos a dejarte sola en ningún momento, no te pasará nada, tienes que confiar en mí. Además, supuestamente es una sorpresa pero tu móvil no dejaba de sonar y pensando que era un familiar lo cogimos. Tus amigos, Oriol y Adrià creo recordar, iban a venir a verte, pero les hemos hecho retrasarse por si tu padre les reconocía. Entonces si que estaríamos perdidos.

-¿Se han acordado de mí?

-Mujer, ¡estaban asustadísimos!

-Mi padre no les conoce, así que no hay de qué preocuparse…

-Genial, les llamaremos para que se pasen cuando quieran, tú cálmate. Si necesitas algo, pulsas el botón y vendremos.

-O puede decírmelo a mí y yo se lo comunico a algún enfermero. –la mujer que acompaña al pequeño, el cual le resulta familiar, le dirige una mirada compasiva que a Alex no le hace mucha gracia. No quiere dar pena, pero agradece el gesto-

-Gracias señora, muy amable por su parte. Nosotros nos vamos, Alex, pero estaremos cerca. Hasta luego.

-Mamá, ¿qué le pasa a esa niña? –Alex sonríe ante el intento de susurro del niño, y le mira con disimulo para que no se de cuenta de que le ha oído-

-¡Esteban! No seas tan cotilla.

-No se preocupe señora. Tan solo tengo dolor de cabeza, pero los médicos son muy pesados y quieren asegurarse de que se me pasará. ¿A ti que te duele?

-Mira, -el niño se destapa y enseña su pierna vendada, orgulloso de tener una historia que contar- me han tenido que operar de la rodilla, pero no te asustes que no me duele ni nada, soy muy valiente, eso dice mi mamá.

-Wow, sí que lo eres, yo no podría estar tan tranquila como tú.

-No me has dicho cómo te llamas, y si no lo sé no voy a poder hablar contigo porque no tengo que hablar con desconocidos. –A Alex se le escapa una carcajada, pero vuelve a ponerse seria cuando ve que al pequeño no le hace la misma gracia que a ella.-

-Oh claro, pues me llamo Alex, encantada.

-¿Alex? Pero si eso es nombre de chico…

-Sí, pero yo me llamo Alejandra, solo que como no me gusta en absoluto prefiero que me llamen Alex. Mi madre no tuvo muy buen gusto al ponerme nombre.

-Me gusta más Alex. Hola Alex.

-Hola Esteban.


El resto de la noche pasa con calma y sin alteraciones. Excepto la cena, que Alex ha conseguido llevarse algo a la boca por suerte. Apenas ha estado en el hospital ingresada, y si lo estuvo era bastante pequeña y no podía recordar el horripilante sabor de dicha comida. Bueno, si a eso se le puede llamar comida... Decide no terminárselo todo y apartar la bandeja de su vista antes de acabar con arcadas de más. Se echa hacía atrás en la cama y cierra los ojos mientras suspira. Habrá dormido durante todo un día pero se encuentra igual de cansada como si no lo hubiera hecho. Cuando empieza a dejar de pensar y quedarse dormida a pesar de no ser muy tarde, unos nudillos golpeando la puerta la despiertan sobresaltada. Su corazón late como no imaginaba que pudiese hacerlo, se siente como cuando era pequeña y tenía pesadillas con monstruos verdaderamente feos que se empeñaban en perseguirla. Ella despertaba jadeante y el sudor corría por su frente. Solo que esta vez prefería la pesadilla antes que lo que le estaba sucediendo. Mira a la madre de su compañero de habitación suplicando ayuda, sin decir palabra la mujer entiende lo que Alex siente y se levanta, pero la puerta se abre antes. Alex suspira aliviada y la madre de Esteban sonríe, sabiendo que todo está en orden. El único perdido en esta historia es el pequeño, al que no le importa mucho porque sigue devorando su insípido muslo de pollo.

-¡Hola cariño! No son horarios de visita pero nos han dicho que eres un caso especial y nos han dejado pasar. Nena, eres VIP hasta en el hospital.

-Oriol, cuánto me alegro de verte. 

-Y yo a ti, y yo a ti. ¿Cómo estás? ¿Qué te han dicho los médicos?

-Deja de taparme, quiero saludar a mi novia, ¿sabes?

-Dios no le soporto ni un minuto más, un día sin ti y casi nos matamos, no vuelvas a hacernos esto.

-Hola Adrià, te he echado muchísimo de menos. No sabes cuánto ansiaba verte…

-Y yo a ti mi niña. –Sin decir nada más se abalanza sobre Alex y le da un beso más largo de lo normal.-

-Por favor que hay niños pequeños delante, dejadlo para otro momento. ¿Te encuentras ya mejor?

-Sí, quiero irme de aquí, pero me temo que seguirán haciéndome pruebas o teniéndome en observación.

-Tú tranquila que seguiremos viniendo a verte a todas horas hasta que te den el alta, pero no seremos los únicos. Tengo una sorpresa que hará que me ames para el resto de tu vida. Aunque eso lo hagas ya pero bueno que no te hago esperar más.

Oriol sale de la habitación y hace un gesto que Alex no sabría decir qué significa o para quien va dirigido, pero sus ojos dejan caer lágrimas tras lágrimas al ver que tras él, aparece por la puerta alguien que jamás habría imaginado. Se levanta de un salto a pesar de sentirse algo débil y corre hacia ella, que también está bañada en lágrimas.

-No, no puede ser. Cris, cariño, ¿cómo? ¿Cómo?

-Calla y abrázame.

Ambas se refugian en los brazos de la otra, se dan besos, vuelven a abrazarse y se miran sin creer que estén frente a frente. Se separan, aunque manteniendo las manos unidas, y Alex repara en otra presencia que la deja algo más pálida de lo que ya estaba. Marcos observa la escena también conmocionado, pero sabe controlar las lágrimas y permanecen en sus ojos cristalinos. Ha crecido un poco desde la última vez que le vio, pero apenas ha cambiado, sigue tan… Guapo como siempre.

-Alex. –Marcos pronuncia su nombre casi en un susurro, con más melancolía de lo que a ella le habría gustado.- Me alegro tanto de verte…

-Yo… Yo también Marcos. –Se acerca poco a poco a Alex, ya que ella casi no puede avanzar un paso más-

-He estado muy preocupado por ti, perdí tu número y… Estás aquí, estamos aquí.

-Sí, increíble pero cierto.


Quizás hay algo de tensión en el ambiente, por la mirada de Adrià, o por la historia que ellos guardan. Alex se muere por darle un abrazo, porque aparte de haber sido el chico que más le ha marcado por dentro, le considera su mejor amigo. Algo difícil pero así lo cree. Y lo hace, le abraza, con fuerzas, esas que pensaba que había perdido. Y es que hay veces que necesitas de tus amigos para encontrarte contigo misma. Marcos rodea con fuerza su cintura y se sumerge en su pelo. No olvida el olor a melocotón que desprende, pero se da cuenta de que es mejor olerlo que imaginarlo. Se separan y se miran de cerca, pudiendo verse reflejados uno en la mirada del otro.

jueves, 11 de septiembre de 2014

CAPÍTULO  22

La noche, o lo que queda de ella, pasa tranquila. El cielo se va aclarando dejando paso a un madrugador y somnoliento sol, cuyos rayos se cuelan por la ventana de una joven confundida. Algo resacosa, abre los ojos con dificultad, que se le quedan pegados por el rímel hecho grumos. Descubre a un novio perdido, como ella, pero en su caso no es culpa del alcohol. Con cuidado, se sienta sobre la pequeña cama y se aparta el pelo de la cara. Coge el albornoz rosa coral y se da una ducha caliente que dura más minutos de lo normal. Al salir se siente como nueva, se envuelve en el suave terciopelo y vuelve a su cuarto a acurrucarse sobre su chico, que sigue durmiendo como si la vida alrededor no siguiera su curso. Las gotas resbalan de su pelo y caen sobre el brazo de Adrià, que despierta sonriendo.

-Huele a melocotón.

-Buenos días, marmota.

-Igual si me lamo el brazo no solo lo huelo, también lo saboreo. –Alex baja la mirada y se da cuenta de que le está empapando-

-¡Perdón!

-Mientras lo arregles con un beso  no tienes de qué preocuparte.

La chica le planta un beso de esos de película, un sabor a menta y a recién levantado. Se abrazan, se sienten, se quieren.

-Voy a hacer el desayuno, ¿qué te apetece?

-Sorpréndeme.

Llega a la cocina, donde tiene compañía, una compañía que parece alegrarle verla por allí.

-¿Estás mejor?

-Sí, pero creo que no volveré a salir contigo por ahí, apenas me acuerdo de lo que hice anoche.

-Muchas locuras, pero nada grave, lo importante es que hayas descansado.

-Locuras y nada grave no pueden ir en la misma frase.

-¿Un poco de zumo?

-Sí, gracias.

-¿Qué tal con Adrià?

-Pues… Bien, ¿a qué viene eso?

-Nada, por si notas algo raro.

-¿Lo notas tú?

-He preguntado primero.

-De acuerdo. Igual… No, simplemente estudia para los finales, apenas le queda una semana y debe esforzarse al máximo. Aunque… No, es eso.

-¿Tú crees?

-Oriol –Alex deja el vaso de zumo sonoramente sobre la mesa y suspira- ¿Qué sabes?

-Seguro seguro, nada. Intuiciones… Más de las que me gustaría.

-Vale pues uno: ya me estás contando qué pasa y dos: te voy a matar por no decir lo que piensas antes.

-¡Nena! Que no me lo iba a llevar a la tumba, de hecho es tu culpa, te lo iba a decir anoche, pero ibas en un estado…

-Okay, de acuerdo, da igual, tú limítate a contar. –Cierra la puerta de la cocina y se sientan uno frente al otro, ella con el vaso de zumo medio vacío dando vueltas en sus manos, y él mirando fijamente sus ojos-

-Un par de noches. Han sido un par de noches en las que mi insomnio atacó de nuevo y le vi llegando demasiado tarde a casa. Vale que haya bibliotecas que han extendido su horario por estas fechas, pero te aseguro que no están abiertas hasta las cinco y media de la mañana.

-¿¡Cinco y media?!

-Chsssss. Sí, cinco y media, con un aspecto horrible y muchas ganas de que yo mantuviera la boca cerrada. –los ojos de Alex se iluminan, ella siempre se pone en lo peor, y no puede evitar pensar lo que piensa. Oriol, como amigo que es, lo nota y agarra sus manos.- Igual es tontería, pero es que yo no me fio de ese chico, tiene algo que me hace desconfiar.

-Estaba estudiando, y nada más, Oriol, ¡nada más! –Suelta las manos de su amigo y las mete unidas entre sus rodillas, nerviosa.-

-Alex, no hago acusaciones hasta estar casi seguro, y si te lo digo es por tu bien. Tan solo observa, ¿no te das cuenta de que lo que no quiero es que te hagan daño?

-Cierto, lo siento, pero es que…

-¿Por qué no quiere llevarte a su universidad? ¿Por qué no quiere ir a sitios donde hay gente? ¿Por qué hay días que está tan ausente?

-Yo…

-Alex, espabila.

-No quiero volver a tener otro golpe de sufrimiento. Llevo mucho encima, una cosa de estas y…

-Cariño, estoy contigo, y no voy a dejarte so…

-¿Cómo va ese desayuno?

-Perdona, me he puesto a hablar con Oriol y se me ha ido el santo al cielo.

-¿Qué pasa? ¿El chico no tiene manos para comer solito?

-Y por lo visto tu amigo no tiene pelos en la lengua.

 -Basta. Los dos. Mejor bajo a por churros y así me da el aire.

-Espera, voy contigo.

-No, Adriá, quiero ir sola.

-Pero si no me cuesta nada acompañarte tonta.

-¡He dicho que no! ¡Sigue con tus importantes asuntos y déjame en paz!

-¿Se puede saber que mosca le ha picado?

-Mira, por lo menos te has dado cuenta de que le pasa algo. ¿Será por el portazo que ha dado al salir? Oh, quizás ha sido que te ha gritado. Bravo, asombroso.

-Tú sabes algo, ¿verdad?

-Más de lo que crees.

-Como te hayas ido de la lengua…

-No tengo tiempo para tus juegos de niños, voy a hacer como que estoy ocupado con cosas importantes y me voy a ir.



Pasa por delante de la churrería pero se lo piensa mejor, si su novio quiere desayunar que se lo prepare él.  Sigue su camino hacia ninguna parte mientras su cabeza no para de dar vueltas.  Igual la teoría de Oriol encaja, aunque en realidad no hay una teoría clara. Le dijo que no quería que fuera a su universidad para pasar desapercibido, pero no entiende como pudo tragarse semejante tontería. Las llegadas a las tantas, las quedadas a solas y su móvil que suena e interrumpe. Es Adrià, cuelga, y sigue sintiéndose como una profesional haciendo una investigación, pero no se convence de que algo malo pase en su relación. Llega al Starbucks donde tenía la idea de tomarse un descanso, ¿de qué? De sí misma, pero le recuerda demasiado a Josh y no se siente cómoda. Ya no sabe nada de él, cosa que ella creía que necesitaba, pero algo dentro le remueve. ¿Tan difícil es hacer entender a los demás de que está enamorada y eso no va a cambiar? Podía haberla dejado en paz desde un principio, o por lo menos no haberla hecho sufrir más. Nota que su cuerpo se debilita y se apoya en la fachada de la cafetería. La muerte de su madre, líos amorosos, un maltratador como padre, una huída de casa, del instituto, separación de sus amigas. ¿No es demasiado como para que una adolescente lo soporte? La falta de aire le dice que sí, que es demasiado, que necesita desconectar, y se desmaya.

domingo, 24 de agosto de 2014

CAPÍTULO  21

Cuando Oriol escucha la llave girar en la cerradura de la puerta, las manos comienzan a sudarle. En realidad no sabe qué va a decirle a Alex, y tampoco tiene pruebas de que Adrià este haciendo algo que no debería, pero mejor estar al loro ante cosas que no cuadran.

-Voy a darme una ducha, lo necesito desesperadamente.

-Vale amor –La chica le da un sonoro a beso a Adrià, que sale escopetado hacia el baño- ¡Oriol! Que susto, pensaba que no estabas en casa. ¿Qué tal?

-Bien, bien, ¿y tú? ¿Cómo fue la comida?

-Genial, estaba todo espléndido, y más en su compañía.

-Qué guay, ya iremos nosotros y me enseñas que tal, o mejor aún, en vez de dejarlo en el aire salimos esta noche a tomar algo.

-De acuerdo, avisaré a Adrià para ver qué le parece.

-No, no, es noche de chicas, que luego con él de por medio no podemos hablar de nuestras cosas.

-¿Novedades?

-Más o menos.

-Intrigante, dame un adelanto.

-Mejor te lo doy cuando lleves una copa de más. Me voy a fotocopiar apuntes, guapa. Luego nos vemos.

Y lanzando un beso al aire Oriol deja a Alex sola en el sofá. Apuntes, cómo le gustaría a ella estar agobiada entre folios escritos sin un espacio en blanco, no se aprecia cuando estás estudiando, pero cuando se deja, es una sensación horrible. Siente como no está aprovechando su vida. Vive en un sueño, pero también necesita realizarse, sentirse útil, estresada, sentirse adolescente. Sigue pensando una solución, algo que hacer, pero le da miedo. Su padre podría estar recorriendo todos los institutos de la zona con tal de encontrarla, seguro que no se fía de lo que pueda contar sobre lo sucedido y prefiera tenerla bajo control,  y si la encontrase… Un escalofrío recorre su cuerpo, pero por suerte el teléfono interrumpe y se ve obligada a liberar su mente.

-¿Si?

-Buenas tardes, señorita.

-¿Señor Moore es usted? Oh dios mío, ¿cómo le va?

-Todo lo bien que le puede ir a un viejo como a mí –oye su risa desgastada y ronca y se le pega- ¿Y a usted?

-Estoy sobreviviendo, que es lo importante.

-Podría arriesgarme a llamar para preguntar por su estado, pero lo hago por algo más complejo. Su padre anda ocupado últimamente, pero eso no significa que se haya rendido. La sigue buscando.

-Creo que hasta que no me vaya de aquí no voy a poder estar tranquila.

-No hace falta precipitarse, señorita. ¿Ha pensado en retomar sus estudios?

-No hay día que pase que no lo piense, pero usted mismo lo ha dicho, me sigue buscando.

-¿Por qué iba a encontrarla?

-Bueno… Estudiar implica salir, salir implica la posibilidad de ser encontrada.

-¿Y quién ha dicho que deba salir, señorita? He encontrado un profesor que estaría dispuesto a darle clases en su casa.

-¿Ah, sí? ¿Quién?

-Yo mismo.

Igual Alex no podía ver la sonrisa que el Señor Moore tenía dibujada en su rostro, pero estaba bastante emocionado de poder dar clases a esa chica tan encantadora, o intentarlo al menos. Anota la dirección que le dice la joven por teléfono y lo guarda en su bolsillo antes de que pueda ser visto.

-¿Se puede saber que estás haciendo con el teléfono en horario de trabajo? ¡El jardín está deseando ser cortado!

-Disculpe Señor, tan solo hacía una recarga.

-¡Que no se te ocurra volver a hacer cosas que no vienen a cuento cuando debería estar haciendo otras más importantes! Ya te he dado unas horas libres, pero no me hagas tener que despedirte. Además, sabes que sería una ruina para ti dejar de servirme.

-Sí, Señor, disculpe.

-Ya tengo bastante con una niñata que no me hace caso y se comporta como una hija rebelde yéndose de casa como para aguantar a un empleado que hace lo que le da la gana. ¡Al trabajo!

El Señor Moore se incorpora a las tareas, pero esta vez con un motivo suficiente para hacerlo con una sonrisa.



No sabe si recogerse el pelo con un par de pinzas o dejárselo suelto. Ante la duda le pregunta a Oriol, que añade que suelto le hace parecer una diva de armas tomar. Guarda las horquillas en el cajón y mira por el espejo a Adrià, que no está muy contento de que su novia se vaya de fiesta.

-Cariño, volveré pronto, además así tienes la casa para ti solo en absoluto silencio para estudiar tranquilo.

-Bueno, igual salgo yo también a dar una vuelta.

-¡Con que intentas picarme! Sabes que no funcionará, amor. Pero, si sales, quítate a las lobas de encima, que ya tienes a una novia que te quiere con locura.

-Haré lo que se pueda.

-Idiota, te quiero.

-Yo también a ti.

Y sin estar muy convencido, besa a Alex intensamente, lo que hace que Oriol gire la cara y aumenten sus ganas de salir. Cuando por fin dejan de compartir babas, Oriol se ve conduciendo en su pequeño coche del que no está muy orgulloso, pero menos da una piedra. Alex se mira en uno de los espejos una y otra vez, repasándose el pelo o controlando su maquillaje.

-¡Que estás bien! Por favor, te estás mirando más que yo, y eso ya es obsesivo.

-Perdona, perdona. Es que no consigo verme del todo… -La mirada que el chico le dirige hace sellar sus labios, al menos en ese tema- ¿Qué querías que hablásemos?

-¡Pero qué prisas nena! Relax, todo a su tiempo.



Cuando entran en el local, Alex pide algo fuerte, al contrario que Oriol que al tener que conducir, se conforma con una coca-cola y se sientan en uno de los sillones del fondo. Oriol da un trago a su bebida,  y Alex le acompaña tosiendo después de dar un trago más largo. La música está alta, pero lo suficiente como para poder mantener una conversación sin tener que dejarse la voz. Como en las muchas discotecas existentes, hay de todo tipo de personas, pero ella prefiere fijarse en la pista y en las miles de luces de colores. Se marea, bebe de nuevo, y cuando se da cuenta lleva la mitad del vaso.

-¡Si bebes rápido se te va a subir a la cabeza antes de lo que te gustaría!

-Una noche es una noche.

-¡Déjate de bobadas! Y la próxima vez venimos en autobús, que las divas no bebemos coca-cola.

-Bueno, las divas tampoco van en bus.

-Touché. ¡Bailemos!

-Vale pero antes voy a pedir otra de estas.

-Oye cuidado que yo no hago de niñera.

-¡Calla aguafiestas! Sé lo que hago.

En la pista ambos se mueven como mejor saben, pero pronto Oriol se pone a bailar con un par de chicos y Alex, causándole gracia, decide esperarle tranquilamente en los asientos de antes. Bebe con calma y le observa, al final va a resultar que baila incluso mejor que ella. La paz no le dura mucho, porque un chico que solo tiene músculos se sienta a su lado.

-Hey, preciosa.

-Si me disculpas, me he terminado la copa, voy a por otra.

-No te muevas, ya te la traigo yo.

-¿Es que sabes? No me fío, podrías echarle algo para luego aprovecharte de mí.

-Vale pues ven conmigo, lo decía porque igualmente tenía que ir, yo también tengo el vaso medio vacío.

-Tú ganas, ve a pedir. Total, estoy algo mareada y la barra está considerablemente lejos.

Ve al chico alejarse, esperando que le traiga la bebida y luego se marche. Se detiene a mirar los cuadros que hay repartidos por el local, modernos y atrevidos. Aunque no sabe muy bien qué se supone que son.


-¿Qué quería ese armario empotrado?

-¿Eh? No era un armario, Oriol, era un chico.

-Alex por favor… Fijo que te estaba tirando los tejos.

-Solo ha ido a rellenarme el vaso.

-Lo que yo decía.

-¡Que tengo novio!

-Sí, pero él no lo sabe.

-Ups.

Oriol iba a abrir de nuevo la boca para decir algo sobre el susodicho cuando, al verle aparecer, no le queda otra que morderse la lengua.

-La bebida para la chica más guapa.

-Que poca originalidad.

-¿Qué has dicho, pardillo?

-¡Que cuánta originalidad! Brillante.

Pasa el brazo por los hombros de Alex, acercándose demasiado.

-¿Y qué hace una chica como tú tan mal acompañada?

-No estoy mal acompañada, estoy con él.

-Viene a ser lo mismo. –Alex, que no entiende si  se está metiendo o no con su mejor amigo, vuelve a beber de su vaso tranquilamente- ¿Te apetece que vayamos fuera? Aquí hay mucho ruido.

-No me has dicho ni tu nombre, en serio quiero estar sola, ve a otro sitio que esto está lleno de tías.

-Pero no tan guapas como tú.

A sorpresa del chico, Alex besa a Oriol y le mira haciéndole entender que sí que es mejor que se busque a otra, y este se larga con la peor cara de asco que podría haberse puesto jamás.

-¡Alex!

-Perdón, perdón, se estaba poniendo pesado, algo tenía que hacer.

-Bueno, no importa, todo sea por ayudarte, lo superaré. Y hablando de ayuda, tengo que hablar contigo.

-Sí pero espera, tengo que ir al baño, esto pasa factura. Espérame eh.

Alex más que andar, corre hacia los servicios. Encuentra el de mujeres y entra, pero para su desgracia solo hay cuatro y están todos ocupados. Se pone a dar saltitos temiendo no poder aguantar hasta que uno queda libre, y entra casi sin dejar salir a la mujer que estaba dentro. Más aliviada, sale y se lava las manos cuando nota una mirada fija sobre sus hombros. Gira la cara levemente y… Oh, no, no puede estar pasando. La masca-chicles, la pesada de su clase, está a su derecha, y no sola. Su tropa le hace compañía.

-¡Pero qué tenemos aquí! Si es nuestra amiga Alex.

-Ya nos veremos, tengo que irme.

-No te va a pasar nada por esperar unos minutos más. –La líder del grupito se acerca demasiado a ella, cosa que no le gusta en absoluto- ¿Dónde has estado todo este tiempo?

-¿Qué más da? Deja que me vaya.

-Ni hablar. Se te echa de menos en clase… Bueno, en realidad no, lo que pasa que sin nadie a quien molestar, nos aburrimos.

-Por desgracia, encontraréis más víctimas, es vuestra especialidad.

-¿Te atreves a vacilarme?

Una de las chicas abre maliciosamente el grifo, empapando de agua a Alex, que aprovecha las risas para salir corriendo. Llega a la mesa y se bebe lo poco que le quedaba en el vaso. Va a la barra sin decir nada a Oriol, que la sigue sin entender que puede estar pasando, pide otra y se la acaba en tres tragos.

-Vámonos de aquí.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Tan mal decorado está el baño?

-Oriol, en serio.

La cara de Alex lo dice todo, y ahora que se fija tiene las puntas del pelo mojadas y parte de la ropa. No hacen falta palabras, agarra su mano y la saca de allí. Con los ojos llorosos, le cuenta todo a su mejor amigo, que se siente frustrado por no haber podido poner remedio en su momento. No sabe si ha sido mala idea salir, pero lo que si sabe es que lo que sería mala idea es contarle lo que tenía pensado.

-Tranquila, estás conmigo y no te pasará nada. Demos un paseo para que te calmes.

-Estoy muy mareada, Oriol.

-Es normal, has bebido como si de agua se tratase, y era un poquito más fuerte que eso.

-Me siento estúpida.

-Venga, vamos, no le des más vueltas.

-No me refiero a eso, o sea, nunca me he comportado así.

-A todos nos llega, da gracias de que yo estoy bien y me tienes al cien por cien para cuidarte.

-Creo que voy a vomitar.

-No, Alex, no, aquí no, aguanta un poco que justo enfrente hay un parque.

Pero no, no llegan. Oriol busca desesperadamente un paquete de pañuelos que no tiene, y sabe de sobra que no lo tiene, pero igual ha aparecido por arte de magia a lo largo de la noche. Ve que Alex hace aspavientos con la mano intentando sacar algo del bolso, pero él, haciéndose una ligera idea de lo que busca, sujeta el bolso y mete la mano en él, sacando lo primero que encuentra: toallitas.

-¿Mejor? Cuando vomitas se suele pasar el mareo.

-Sí, gracias, necesito aire eso es todo.

Pero cuando se dispone a seguir andando, todo empieza a darle vueltas y no da más de cinco pasos. Se sienta en mitad de la acera, con la cara sobre las manos. Oriol pone los brazos en jarra, dando la bienvenida a la larga noche que le espera.

-No puedes sentarte ahí, Alex.

-¿Cómo que no? Mírame, lo estoy haciendo.

-Sí, es decir, puedes, pero no… -Decide no explicárselo, porque va a surgir el mismo efecto-

-Hace buena noche para quedarnos aquí.

-Vámonos a casa, te vendrá bien una ducha, o dormir.

-¡No! ¡Quiero quedarme! Hace fresquito.

-Alex por favor, va a pasar alguien y te va a ver así.

-Ya no me importa lo que la gente piense. Si debo estar pendiente de la opinión de los demás, jamás viviré feliz.

-Está bien, me sentaré contigo.

-No, no creo que esté bien sentarse en medio de la acera, podrías obstaculizar el paso.

-¡Pero si tú..! –Reflexiona dos veces antes de seguir la frase, sabiendo que será inútil, y piensa un plan para levantarla de ahí- Adrià debe estar esperándote, y seguro que está preocupado, es tarde.

-Está muy ocupado con los estudios como para pensar en mí.

-De acuerdo, se acabó.

Oriol, como último recurso, la sube en brazos y la lleva sobre sus hombros, intentando llegar al coche sin ningún accidente.

-¿Se puede saber por qué estoy volando?

-La próxima vez tomaré lo que tú para así volar juntos.

Llegan al coche sanos de milagro, porque Alex no ha parado de moverse pensando que era una astronauta. Consigue sentarla en el asiento del copiloto y le pone el cinturón. Se dirige al sitio del conductor frotándose el hombro, y no es que Alex pese, pero entre que él apenas tiene fuerzas y que la chica no paraba de moverse… Solo espera que descansando se le pase. Abre un poco la ventana para que le entre el aire de la madrugada a Alex, que se ha quedado dormida nada más montar. Al llegar, vuelve a sostenerla en los brazos, pero esta vez no sobre el hombro, y aunque el camino hasta llegar arriba sea corto, el ascensor parece eterno. Lo gracioso viene ahora, cuando debe abrir la puerta con las manos que tiene ocupada en sujetar a su amiga. Da golpes con el codo a la puerta, esperando que Adrià le oiga y pueda abrirles, pero no sucede nada. De nuevo, vuelve a golpear la puerta, aunque esta vez con la rodilla, teniendo cuidado de no despertar a Alex. Oye pasos al otro lado de la puerta. Aleluya. Un chico adormecido aparece, poniendo cara de incredulidad cuando observa el panorama.

-¿Se puede saber que ha pasado?

-Chssssssss, vas a despertarla.

-¿Está borracha?

-No, simplemente se nos hizo tarde y se ha quedado dormida en el camino de vuelta a casa.


Adrià abre la cama de su novia y Oriol la mete dentro, arropándola y saliendo con total sigilo. Alex nota el calor y algo que la rodea, pero está demasiado cansada como para abrir los ojos y averiguar qué es. Adriá no tarda en coger el sueño abrazado a ella, también ha sido una noche intensa para él.