martes, 28 de agosto de 2012

Soy de las que siempre retrasan el despertador cinco minutos, duermen hasta tarde y despiertan de mal humor. Soy muy despistada y olvidadiza, pero tranquilo, todas tus palabras quedan grabadas en mi mente. Tengo esa manía de llevar siempre las uñas pintadas, la manía de echarte de menos cuando hace apenas segundos que te has marchado. Suelo sonreír como una tonta cuando te veo aparecer por cualquier sitio o cuando, simplemente, escucho tu nombre. Cuando estoy nerviosa, abrocho y desabrocho mi reloj una y otra y otra y otra vez, así que no te preguntes porque se me rompe cada vez que te tengo cerca. Si tengo que decirte una virtud, te diría la más valiosa: tu amistad. Sin embargo, de todos los defectos que pueda tener, ninguno se asemeja al temblor de piernas que me produces con solo el roce de tu piel. ¿Algo para recordar siempre? La sonrisa boba que dibujas en mi rostro cuando estás a mi lado, y la sensación de bienestar o alivio que me transmiten tus abrazos.

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