Momentos que quedan en recuerdos.
Verano. Vacaciones. Playa. Piscinas. Amistades... Si, en verano todo es diversión, descanso o relax. Tu día a día consiste en levantarte a las tantas, vestirte y salir por ahí con tus amistades. Te olvidas de los problemas, todo son sonrisas. Pero el tiempo pasa, y con él, el verano. Vuelve ese mal tiempo, las clases, las lluvias, las sudaderas con gorro, el cielo gris, sin un simple brillo de sol. Los rostros de la gente se ven tristes, apagados. Deseamos con todas nuestras fuerzas que llegue ese fin de semana. ¿Para qué? Para acabar mirando por las ventanas cada gota caer. Monotonía. Rutina. Aburrimiento. Llega el invierno y no hay mucho que hacer. Llega el invierno y se lleva esos amores de verano; esas amistades en la que tanto te has volcado para que salga bien, y que luego, sea completamente al contrario; todo lo arrastra y se queda en recuerdos de ese verano que nunca volverá. ¿Y ahora qué? Tristeza, lágrimas por cosas que echaremos en falta... Pero, en mi opinión, tampoco es tan malo. Siento como que el tiempo me comprende, que está apagado, gris, triste... Como yo.
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