martes, 28 de enero de 2014

 CAPÍTULO  8


Llama al timbre después de seguir la dirección que Josh le pasó por mensaje. Suspira. Vaya palo que su madre haya tenido que salir, dejando a su compañero al cargo de sus hijos menores. Realmente se siente mal, pero podría sentirse peor si supiera que todo estaba planeado.

-¿Quién es? –Contesta una voz masculina, perfectamente reconocible, al otro lado del telefonillo-

-¿Quién va a ser? ¡Yo! ¡Alex!

-Ah, es que como llegas puntual y no con diez minutos de retraso…

-Mira que doy la vuelta y me largo.

Ninguna respuesta, solo el sonido que indica que empuje la puerta para abrirla, cosa que hace rápidamente. Entra en el ascensor y pulsa el botón número tres, deseando que el camino se alargue, pero no puede estar ahí metida eternamente. Se acerca a la puerta y justo cuando va a tocar el timbre, la puerta se abre, dejando ver a un chico algo despeinado, con cara de desesperación y un manchurrón de rotulador azul en una de sus mejillas. Alex se echa a reír a carcajada limpia, sin poder parar, y es que ver a Josh, un supuesto tipo duro, con esas pintas, es lo mejor que le ha pasado en toda la tarde.

-¿De qué te ríes?

-¿Tú te has visto la cara?

-Soy una belleza, si es lo que estás cuestionando.

-¡No tonto! Mírate a un espejo.

-Vale, pero antes pasa, ¿o quieres quedarte ahí fuera todo el tiempo?

-No estaría mal.

La chica se sienta en el pasillo, dejando con asombro a Josh, que pensaba que después de sus palabras entraría en casa. ¡Menuda testaruda está hecha!

-Al final va a ser verdad eso de que eres rara… Entra por Dios.

Alex sigue el camino que lleva hasta la habitación de Josh, que grita a sus hermanos por el estropicio que han hecho en su perfecta cara. Alex se ríe y los pequeños la imitan.

-Chsssss. Que no nos oiga o se enfadará.

-¿Y tú quién eres?

-Una compi de clase.

-¿Y qué haces aquí?

-Tengo que hacer un trabajo. Un rollo, vamos.

-Mi hermano sí que es un rollo –la joven no puede evitar soltar una leve risa-

-Venga enanos fuera de aquí, tenéis los dibujos puestos en la tele, así que vamos, andando –Los pequeños obedecen y se van de la habitación del hermano, despidiéndose de Alex con la mano y una sonrisa- Lo siento si te han molestado.

-Para nada, son muy graciosos.

-¡No! ¡Mira mi cara! No se quita, y eso que he refregado fuerte. ¡Explícame cómo voy así mañana a clase!

-Puedo intentarlo si quieres, no creo que sea tan difícil.

Ambos van al baño, él se sienta en un taburete, esperando que actúe la experta. Alex coge un poquito de jabón y se lo extiende con cuidado por la mancha de rotulador, pendiente de que sus ojos estén a salvo. Se moja los dedos para conseguir algo más de espuma y algunos minutos después, manda a Josh a aclararse. Ya casi ni se nota, a no ser que te acerques demasiado, no se percibe.

-Muchas gracias Alex, eres increíble.

Y esa locura que controló en su momento, la comete ahora. Alex se ve envuelta en los brazos de Josh, que deja de achucharla cuando nota cierto rechazo de la chica.

-Joder, no vuelvas a hacer eso, estoy aquí por el trabajo, ¿recuerdas? ¿Desde cuándo los compañeros de clase se abrazan? No tenemos esas confianzas ni somos amigos, y si nos estamos viendo es porque tengo tan mala suerte que me ha tocado ponerme contigo en el trabajo.

-Pensé que te caía bien. Tía es que eres un muermo, estoy poniendo todo de mi parte para que esto salga bien y tú solo pones pegas.

-¿Y qué es esto?

-Yo que sé, olvídalo, vamos a hacer el trabajo que para eso estas aquí.


Después de tres horas y media de intensa tarde de estudio, Alex llega a su casa agotada. Ninguno se volvió a dirigir palabra alguna a menos que fuera del tema de la Guerra Fría. Estaba claro que no soportaba a Josh, pero reconoce que se ha pasado hablándole así. Nunca antes había sido tan borde, pero es que nunca antes se había visto en una situación como la que está viviendo ahora. Sube a su cuarto a dejar las cosas, la casa está en absoluto silencio, un silencio aterrador. Coge una toalla limpia y un pijama, acto seguido se mete en la bañera. Necesita relajarse, desconectar, pero ha perdido práctica. Su baño dura diecisiete minutos, siete más de lo que suele durar siempre, pero lo necesitaba. Al salir, seca su castaña melena y la recoge en un sencillo moño, después se tira en su cama y coge unos de sus libros preferidos. Se dispone a retomar la lectura cuando su móvil suena, se levanta tranquila al pensar que es un mensaje, pero acelera el paso al notar que es insistente, como una llamada. Sin tiempo a saber quién es, descuelga.

-¿Diga?

-Josh al habla.

-Josh, qué quieres, ya hemos acabado el trabajo, no tenemos más que decirnos.

-Solo quiero saber porqué me tratas así.

-¿Así cómo?

-¡Cómo si te hubiera hecho la vida imposible!

-Josh, nuestro primer encontronazo no fue bueno. No me llevo bien con nadie de la clase y estoy harta de que digan que soy la rara. Tú también lo piensas, ¡si hasta te alejas de mi en público por miedo al qué dirán!

-Pero… Quiero que seamos amigos.

-¿Y qué clase de amigos seríamos si tuviésemos que ocultarnos para vernos o, simplemente hablar? No sé qué te ha dado conmigo, pero no soy nada del otro mundo.

-Tienes razón, soy un idiota y te pido perdón.

-Olvídalo, nosotros no tenemos nada, no tienes que pedirme perdón, no tienes que poner tanto empeño.

-Pero quiero disculparme.

-Disculpas aceptadas, ¿de acuerdo?

-¿Te apetece que nos veamos mañana?

-No.
-Al final va a ser verdad que estamos hechos para no soportarnos, tía que maleducada, tienes que tener a tu 
madre harta.

-Olvídame, definitivamente… ¡PUEDES IRTE A LA MIERDA!



Alex cuelga, no puede culpar a Josh por sus palabras, él no sabe nada de lo ocurrido, pero le ha salido así y no ha podido contener el impulso. El teléfono vuelve a sonar, pero esta vez lo deja tal y como está. Otra vez vuelven las lágrimas. Cómo echa de menos a su madre, cómo le gustaría poder abrazarla, decirle cuánto la quiere, sentirse mimada… Mierda, en ese momento solo quiere desaparecer, dejar de sentir. 

lunes, 27 de enero de 2014

 CAPÍTULO  7

De nuevo en la parada, al menos es viernes… Puede reconocer perfectamente a la persona que va en su dirección, y llega con unos minutos de antelación en comparación a los otros días. Suspira. Y es que no quiere ver de nuevo a nadie de su clase, ni del instituto entero. Pero en fin, al menos es viernes…

-Buenos días, Alex.

-Buenos días, Josh.

-No me puedo creer que estés simpática hoy.

-No estoy simpática, solo adormilada, lo que hace que no piense en lo que digo.

-Bueno, he escuchado por ahí que las cosas que se dicen sin pensar son las más sinceras.

-Pues a lo mejor escuchaste mal.

-¿A qué hora quedamos esta tarde para hacer el trabajo?

-¿Qué? No, esta tarde no pienso quedar contigo, bastante tuve con verte ayer en clase y fuera de esta.

-No soy tan malo. Podrías darme una oportunidad. No hace falta que contestes ahora, piénsatelo y dímelo durante el día.

Cuando se disponía a decirle que se quitase esa loca idea de la cabeza, el autobús llegó dejándola con la palabra en la boca. Sinceramente, ha sido un poco borde con el chico, pero en su opinión, lo merecía. ¡La dejó en ridículo delante de unos cuantos idiotas! Aunque no le importa nada en absoluto, o si.

Llega a clase, esta vez con la hora pegada, ha esperado fuera hasta que sonase el timbre, escondida de todos, no quería que la escenita de ayer se repitiese. Y ese hábito es el que tomará por costumbre, por desesperante que parezca. Entra junto con el profesor de filosofía, que la saluda en la puerta con una alegre sonrisa. No sabe porqué hay gente que sonríe a las ocho de la mañana, ni acabará de entenderlo nunca.


La hora del recreo es una de la que más odia, al contrario que los demás alumnos. Durante el día se siente sola, pero en ese momento es cuando más lo nota. Odia la soledad, pero poco a poco aprende a vivir con ella. Ve a Josh de lejos, que también le mira algo preocupado, sin ella entender el porqué y le gira la cara. Mira el reloj, aún quedan quince minutos para volver a clase. Qué pesadilla. Se sobresalta al notar una mano en su hombro, y después de eso el nerviosismo recorre sus venas.

-Qué guapa vienes hoy, niña rara.

-¿No se te ocurre otra manera mejor de meterte conmigo?

-Me llamo Dani. Y ellos dos son…

-No me importa el nombre de un tipo que se dedica a darme empujones. Y los de sus secuaces tampoco, así que puedes ahorrártelos.

-Niña niña, relájate, ¿es que no entiendes que no puedes ir por la vida sin saber nuestros nombres? Como iba diciendo, yo me llamo Dani y ellos dos son César y Mario.

-Os daría la mano, pero me dais asco.

-Qué genio, me gusta.

-No me importa.

El chico pone la mano en su hombro y se acerca demasiado a ella, que le esquiva. Pero él vuelve a la carga. 
Se dedica a respirar su delicado perfume y observar todas las partes de su cuerpo, unas más que otras. Alex, sin saber porqué, dirige la mirada hacia donde se encontraba Josh, y le alivia saber que sigue ahí. Le mira, asustada, no le gusta que ese tipo esté tan cerca, sin embargo no puede huir, se ha quedado paralizada.

-Venga va chicos, dejadla en paz, tan solo es una rarita.

Alex fulmina a Josh con la mirada, no le hace gracia lo que ese estúpido comenta, pero al menos ha conseguido que la dejen tranquila.

-Una rarita que está muy buena. –Risas por parte del grupito, pero Alex aprovecha para largarse de allí- ¡Eh, no te vayas!

-¡A la mierda!

Grita con fuerza y corre hacia los baños, donde se oculta hasta que el timbre indica que se retoman las clases.

*Dos de la tarde, de camino a casa*

-Gracias por haberme acompañado a por la tarjeta, pero no tenías porqué.

Y es que Alex, no sabe ni cómo ni porque, acabó contándole a Josh, que amablemente se sentó con ella en el bus, que debía ir a una tienda de telefonía para hacerse de una tarjeta con internet, y es que el chico cuando se pone pesado, no recibe un no por respuesta, así que la acompañó con la excusa de que sus padres llegaban una hora más tarde y se aburriría. Alex aceptó por miedo a perderse, no por ninguna otra causa.

-No es nada, además así te he ayudado, que parecías un poco perdida.

-Bueno...

-Venga, te acompaño a casa.

-No no, ya ha sido suficiente tiempo a tu lado, un poco más y me volveré loca. –Al principio se muestra seria, pero segundos después ambos se ríen, y, sin darse cuenta, acaban frente a la casa de ella- ¿Siempre tienes que salirte con la tuya?

-Es un don.

-Pues no te acostumbres.

-Adiós, Alex.

-Hasta el lunes, Josh, por desgracia.

Sin echar la vista atrás, la joven abre la verja de la casa e inicia el camino que hay hasta la puerta de entrada mientras rebusca las llaves en su mochila. Josh sin saber porque, sigue observándola. Por suerte, ha contenido el impulso de abrazarla, impulso o mejor dicho, locura. Antes de que se dé cuenta, reinicia su paso.

-¡Josh! –Él se gira y dirige la mirada hacia Alex, que llama su atención- ¡Gracias!

Y antes de que ella pueda percibir la sonrisa que le sale a su compañero de clase, o pueda pronunciar palabra alguna, entra en casa. Sube directamente a su cuarto, tiene hambre, pero puede esperar. Se pone a organizar su móvil, mete la tarjeta y lo enciende. ¡Genial! Todo en orden, y se dispone a instalar algunas que otras aplicaciones. Lo que se hace por una buena amiga… Sonríe al recordarla, son tantos momentos vividos junto a ella que parece que lleve más tiempo viviendo del que lleva. Rápidamente introduce sus datos en una de sus aplicaciones favoritas: WhatsApp. Mientras deja que miles de mensajes vayan entrando, llena su estómago con unos deliciosos macarrones.

-Coma conmigo, Señor Moore.

-El servicio es el último que come siempre.

-No diga bobadas, venga, siéntese. Aquí nadie es más que nadie, y mucho menos mi padre.

-Pero es el que paga.

-Ya…

Alex termina de comer antes, pero espera a que su acompañante acabe también.

-La comida sabe mejor cuando la compartes con alguien.

-Y que lo diga, Señor Moore. Si me disculpa tengo que irme, hay cosas que hacer.

El anciano asiente y con una sonrisa, ella sale al jardín. Para ser invierno no hace mal día y eso son cosas que hay que aprovechar. Tener un jardín tan grande tiene sus ventajas. Se tumba en una hamaca que ve a lo lejos, apartada del mundo, y comienza a mirar los WhatsApp que ha estado recibiendo. Son más de los que esperaba. Del grupo de su antigua clase, esa que echa tanto de menos… De su mejor amiga Cris, y de algunos otros conocidos que le dan el pésame. La noticia habrá recorrido la ciudad donde vivía. También tiene mensajes de algunos miembros de su familia, ni si quiera sabía que disponían de WhatsApp. Lo primero, es contestar a su amiga Cris. Le informa de que por fin tiene internet y esperará pacientemente su respuesta. Sabe que los martes y los viernes tiene que irse a entrenar a las cuatro de la tarde y hasta las seis no estaría disponible. Pasa de los demás mensajes, lee los de sus tíos y primos y contesta algo sencillo. Una vez todo en orden, busca en su lista de contactos a alguien que no le interesa mucho, pero que tiene algo que decirle.


A las cinco en la biblioteca, no se te ocurra retrasarte o darme plantón. Con esto también te digo que tienes una segunda oportunidad, pero no te emociones mucho. Hasta luego Josh.


Bloquea su móvil y cierra, por tan solo unos segundos, los ojos. Hacía tiempo que no se sentía tan tranquila. Respira lentamente y se siente bien, pero su concentración se acaba cuando su móvil vibra.


Jajajaja te recuerdo que no fui yo el que llegó tarde ayer. No te preocupes, solo era una broma, nos vemos a las cinco. Al final he acabado consiguiendo tu número, ¿ves? El don del que te hablaba.


Alex termina de leer el WhatsApp y, aunque le odie, sonríe. No sabe si se arrepentirá o no de esa segunda oportunidad, pero por ahora tiene ganas de que sean las cinco.



-¡Pero mamá! ¿Por qué no? Para un día que me ofrezco…

-Deja de insistir y ayúdame a quitar la mesa.

-Pero mamá…

-Ni peros ni peras, ¡recoge por una vez en tu vida Josh! Nunca te has interesado por cuidar de tus hermanos y ahora te enfadas porque no te dejo, la adolescencia te está haciendo más daño del que creía.

-Mamá es que me he dado cuenta de que no sales nunca y como hoy te habían invitado a café pensé que te haría ilusión, no tengo nada que hacer y así me entretengo un rato. ¡Sal y diviértete!

-Que no, qué pesado estás. Pesado e irreconocible. Anda trae, que para como barres ya lo hago yo. ¡Ponte a hacer los deberes inmediatamente!

-Pero si solo es viernes.

-¿Y qué? Los deberes vamos.

El joven, molesto por su fallido plan, se encierra en su cuarto aislado del mundo, tal y como le gusta hacer día a día. No entiende a su madre, siempre le dice que debe cuidar de sus hermanos, que nunca puede salir por estar al cargo de ellos pero más bien la culpa era toda para Josh, que se despreocupaba completamente de quedarse con los pequeños, y ahora que le dice que si… ¡Madres! Abre la mochila pero la cierra al instante, no tiene ganas de hacer deberes, así que enciende la play y desconecta del mundo, pero alguien hace que vuelva a tierra.

-¿Por qué no estás haciendo los deberes?

-Tengo todo el fin de semana.

-Ya no sé qué hacer contigo Josh.

-Mamá no te pongas así solo porque no quiera hacer los deberes ahora, joder.

-Últimamente estás muy vago, haces lo que quieres y cuando quieres, no me cuentas las cosas, y las clases no te van lo que se dice perfectamente bien. ¿Qué te pasa?

-Mamá, estás exagerando, no me pasa nada.

-Seguro que es cosa de los amigos esos con los que sales.

-Estás pesada hoy eh…

-Haré como que no he oído nada. Voy a prepararme, le he dicho a Sara que quedaré con ella a tomar café a las cinco y  como no me de prisa… Te quedas a cargo de tus hermanos, si pasa algo llámame.

-¿Y papá?

-Ha tenido que irse a trabajar, hoy tenía miles de cosas que hacer. Llegaré sobre las nueve, después de recoger a tu padre del trabajo.

Su madre sigue hablando pero él, al tener lo que quería escuchar, deja de hacerla caso. Quizás su madre tenga razón y haya cambiado un poco a mal este último año, pero ahora eso es lo que menos importa.



Una vibración hace que de un sobresalto de la hamaca, haciendo que acabe casi en el suelo. Se acomoda y coge el móvil, que no sabe cómo ha llegado a parar bajo su espalda, pero lo que entiende menos aún es cómo ha podido dormirse. El delicado viento que hacía mecer suavemente la hamaca habrá tenido algo que ver, pero se deja de preguntas y desbloquea su móvil. Es un WhatsApp de Josh. La pesadilla no termina nunca. 

jueves, 16 de enero de 2014

   CAPÍTULO  6


Si no fuera porque apenas ha comido nada en todo el día, también se saltaba la cena. A pesar de que su padre le dijera que se arreglara, Alex se ha puesto un vaquero ajustado y un jersey de cuello alto verde, ya que es un color que resalta su belleza natural. Baja desganada las escaleras a las nueve y media en punto, y su cara se torna aburrida e incómoda en cuanto ve a esa maruja.

-Hola, preciosa, ¿cómo estás?

-¿Es que importa?

-Alex, no seas maleducada con ella.

La joven solo suspira y se sienta en una de las sillas de la cocina, donde el Señor Moore termina de poner la mesa. Escucha a su padre hablar y hablar con esa insoportable mujer que tiene una insoportable risa. No aguanta más. Pero cada vez que se siente perdida, mira al Señor Moore, que la calma dedicándole una sonrisa. Ella la devuelve y saca fuerzas de sus adentros para no levantarse e irse, pero va a tener que moverse antes de lo que cree.



Nunca ha sido tan simpático con una chica, y menos con una que conoce desde hace realmente poco. Quizás eso de que le rechace una y otra vez haga que sus sentimientos se confundan. ¿Qué le está pasando? Nunca ha creído en el amor a primera vista, pero hay veces que hay que vivir situaciones para creer en ellas, aunque no se quieran vivir o no se esté preparado para ello. Pero la vida es así, te da sorpresas que no te esperas y tienes que afrontarlas sea como sea, luchando por ti y por ser feliz. ¿La quiere? No, es pronto para decirlo, pero si es cierto que cuando la ve se siente mejor. ¿Estará pensando en él? Que chorrada, lo mejor será darse una buena ducha e irse a dormir, le vendrá bien.  Y es que sabe que el papel que interpreta la chica en su vida es especial, pero el problema es que Josh aún no se imagina cuanto…



El móvil vibra insistentemente en los pantalones de Alex y rápidamente lo saca. En la pantallita aparece el nombre de alguien a quien necesita escuchar, con lo cual y sin dudarlo, se levanta.

-¿Dónde te crees que vas? Estamos cenando.

-Yo ya he acabado, papá.

-No te muevas, cariño, falta el postre.

-No quiero postre. Ya estoy bien, déjame. –La joven empieza a ponerse nerviosa, se ha cortado la llamada, pero no tarda en recibirla de nuevo-

-Siéntate.

-¡QUE TENGO QUE IRME!

Y tras dar el grito de su vida, sale corriendo de aquella infernal cocina y cuando está lo 
suficientemente lejos, pulsa el botón verde.

-¿Hola?

-¡Alex! Dios mío, cariño, ¿cómo estás? Me enteré hace poco, ¿cómo no me lo has contado? Por Dios soy tu mejor amiga, somos como hermanas, no entiendo cómo has podido callártelo y aguantar tú sola. Podías haberte venido conmigo, no te conviene estar con ese miserable hombre. Vuelve, mi madre estará encantada, podemos cuidarte.

-Cris… -La chica no puede evitar llorar, y eso, su amiga, lo nota-

-Cálmate amor, estoy contigo, ¿vale? Siempre lo estaré. No llores, tranquila, tranquila…

-Te echo tanto de menos. Estoy sufriendo mucho, no tengo a nadie.

-Me tienes a mí, no lo olvides nunca.

-Cris eres la mejor.

-¿Qué vas a hacer?

-No puedo hacer nada. Mi padre me tiene amenazada, si me muevo de aquí… No sé que será capaz de hacerme.

-Escápate. No estaré tranquila mientras vivas con él.

-Hay un hombre más, es mayor, es como el asistente de la casa, me ayuda mucho. Gracias a él llevo la situación algo mejor.

-¿Y las clases?

-Prefiero no hablar de eso… Mis compañeros son lo peor.

-Quiero que estemos en contacto. No sé, mándame mensajes de texto, o conéctate desde el portátil al Skype, ¿tienes internet?

-No estoy segura,  me haré por mi cuenta de alguna tarjeta con internet.

-Avísame con lo que sea, pero da señales de vida cada día.

-Cris tengo que dejarte, alguien viene. Hablamos mañana, te quiero.

Tocan a la puerta, el corazón de Alex late más rápido de lo que debería, y es que está suplicando para que el que no aparezca sea su padre tras el incidente en la cocina hará unos diez minutos.

-Señorita, ¿puedo pasar? –Un leve alivio recorre cada parte de la piel de la joven, y sonríe-

-Claro Señor Moore, adelante.

-¿Todo bien?

-Algo así. Estoy cansada de estar aquí.

-Debe aguantar, estoy seguro de que este no es el futuro que le depara, merece algo mejor.

-¿Puedo… Puedo abrazarle? Verá, llevo mucho tiempo sin que nadie me…


Pero antes de que acabe la frase, Alex se encuentra bajo los brazos del Señor Moore. La abraza con fuerza, con cariño, como si se conociesen de toda la vida, como si él siempre hubiese sido su consuelo. Hace poco que conoció a ese buen hombre, pero desde luego, le está haciendo la vida un poquito menos triste.

domingo, 12 de enero de 2014

 CAPÍTULO  5


Después de lo ocurrido en clase, Alex tiene el estómago cerrado. Se salta la comida y sube a su cuarto a empezar a hacer algo con el dichoso trabajo. Esta tarde ha quedado con Josh ante la insistencia del chico, y si adelanta algo ahora, menos habrá que hacer después. No tiene ni idea de porqué insiste tanto en ella, apenas se conocen y no tiene nada de especial. Conecta el ordenador y se pone a buscar información cuando le salta una notificación. Tiene un nuevo mensaje en su bandeja de entrada del correo. Lo abre, es de Josh, se lo tuvo que dar para poder tener contacto alguno con él, ya que se negó a darle su número de teléfono.


Alex, había olvidado que tenía entrenamiento de fútbol, estaré en la biblioteca a las 5 en vez de a las 6 para poder cubrir las 2 horas que teníamos pensadas. Dudo que te pierdas de camino, pero, por si acaso, te dejo mi número. No hace falta que me des el tuyo si no quieres, solo guárdalo por si tienes alguna emergencia. ¡Hasta luego! Un beso.


Fútbol, qué típico, pero hay algo en lo que se centra más, la despedida que recibe. ¿Un beso? ¿Quién se cree para tener esas confianzas? Un OK es la respuesta que da al correo que ha recibido. ¿Guarda el número? ¿Para qué? Tica en la ventana donde tiene abierto Wikipedia, pero la minimiza de nuevo. Solo lo hará por si acaso, por si hay alguna emergencia. Saca su móvil y empieza a teclear: 687…

-Señorita, señorita…  -Alex abre los ojos y se encuentra al Señor Moore sonriendo frente a ella-

-No… Me he quedado dormida haciendo el trabajo.

-Iba a despertarla antes pero no me pareció oportuno, anoche descansó poco.

-¿Cómo lo sabe?

-No se preocupe, eso son los detalles menos importantes. Mire, le he traído algo para merendar, ya que no ha comido nada a mediodía. Seguro que te gusta.

-¿Merendar? Pero, ¿qué hora es?

-Las cinco y diez.

-¡Mierda! Tengo que irme. He quedado para hacer un trabajo y llego tarde.

-Pero coma algo, no vaya a marearse.

Alex se levanta rápidamente, guarda el pen en el bolsillo de la chaqueta que acaba de ponerse y el móvil en el otro. Coge un croissant al vuelo y baja las escaleras lo más deprisa posible.

-Gracias Señor Moore, ¡hasta luego!

Y sale pitando de casa. La biblioteca estaba… Cruzando la acera a la derecha, bien, todo recto hasta llegar a la esquina y girando a la izquierda. Según Josh ya iba a verla desde ahí, se fija un poco más en los edificios y ya la tiene. Si que estaba cerca. Se dirige a toda prisa y sube las escaleras llegando a una sala inmensa, llena de mesas. No encuentra a Josh, pero él si la encuentra a ella.

-Hola, Alex. Cómo has tardado. Seguro que te has perdido –Y esboza una de esas sonrisas de las que cualquier chica se enamoraría. Cualquiera menos ella-

-No me he perdido.

-A mi puedes decírmelo, no me voy a reír.

-¡Que no me he perdido!

-Chssss

-Ya te ha llamado la bibliotecaria la atención –La riñe él- Aquí debes guardar silencio.

-Eres tú, que me sacas de mis casillas y haces que eleve la voz. Acabemos cuanto antes.

Ambos llegan a la mesa que Josh tenía reservada. Ella saca el pen y lo introduce en el ordenador y mientras él mira lo que tienen, Alex aprovecha para fijarse en pequeños detalles que habían pasado desapercibidos hasta ahora, como su pelo. Tiene el pelo castaño casi rubio, cortito, pero lo que le llama la atención es lo perfectamente cuidado que lo tiene. También viste muy bien, al menos mejor que para ir a clase, primero se fija en sus vaqueros y luego en la camiseta negra ajustada que lleva, le queda muy bien, se nota su cuerpo trabajado, y la chaque…

-Te he pillado.

-¿Pillado?

-Me estabas mirando muy atenta el cuerpo.

-La ropa.

-Ya claro… ¿Y se puede saber por qué me miras tan interesada, ‘’la ropa’’?

-Porque… -O inventa una excusa o está perdida- Porque decías que tenías entrenamiento después y vienes en vaqueros en vez de en chándal.

-Bueno, era mentira, solo quería adelantar la hora, tenía ganas de verte.

-Déjate de coñas –La bibliotecaria vuelve a llamar la atención, pero esta vez al joven, por la carcajada que acaba de soltar- ¿De qué te ríes?

-Te has puesto roja.

-No es verdad.

-Sí lo es.

-¿Qué te parece el trabajo? Bueno, la parte que encontrado por ahora. –El chico se da cuenta de que Alex está muriendo de vergüenza y ha cambiado de tema, pero no le dice nada, solo contesta, no quiere que enrojezca más de lo que ya está, aunque debe admitir que así está preciosa-

-Está bastante bien, pero no tenías que haberte molestado.

-Obvio que si, cuanto menos tiempo pase contigo mejor.

-Lo dices como si a mí me gustase perder mi valioso tiempo contigo.

-No te soporto, Josh.

-Ya lo harás.

-No estés tan seguro y ve a buscar una enciclopedia de la maldita Guerra Fría.

Se tiran casi tres horas en la biblioteca, pero ya solo se dedican al trabajo. No mas discusiones, pero si alguna miradita. Alex llega a casa cansada y con hambre, pero aún le queda una hora para cenar. Sube a su cuarto y se pone a hacer deberes para mañana que no había ni empezado a hacer, pero alguien la interrumpe entrando en su cuarto.

-Vete.

-No seas tan maleducada, no te hemos dado esa educación.

-No vengas ahora de super papá, porque te queda muy grande.

-No tienes derecho a hablarme así.

-Y tú no tenías el derecho de matar a mi madre.

Su padre, sin pensarlo, le da una bofetada con todas las fuerzas que tiene en una de sus mejillas. Alex siente su cara arder, pero aguanta las lágrimas sin apartar la vista de la de su padre. No sabe cuánto más tendrá que aguantar esta situación, pero cada vez tiene menos ganas.

-La próxima vez, se un poquito más amable. Venía a decirte que esta noche viene a cenar mi compañera de trabajo y quiero que estés presentable.

-¿Tengo que cenar con vosotros?

-Sí.

-Yo pienso cenar antes, no quiero cenar con personas que no me interesan.

-Tú harás lo que se te diga. A las nueve y media te quiero abajo. ¿Entendido?

-Entendido.



Él desaparece de su cuarto, dejando a Alex empaparse en lágrimas, pero se promete a sí misma que serán las últimas que salgan por culpa de ese maldito insensato.

viernes, 10 de enero de 2014

  CAPÍTULO  4


Suena el despertador y a Alex solo le dan ganas de tirarlo contra la pared. Tan solo es jueves, y tiene que ir al infierno, también conocido como instituto. Al igual que a la mañana anterior, la joven se prepara, comparte algunas palabras con el amable Señor Moore mientras desayuna y sale apurada a esperar el bus que le lleva a clase. Son pocos los alumnos que esperan en esa parada, pero esos pocos no le gustan nada. El primero del grupito no tarda en aparecer.

-Buenos días, Alex.

-¿Perdón? ¿Buenos días, dices? –responde ella completamente confusa-

-Es lo que se dice por la mañana, creo.

-Si, Josh, así es, pero después de tu ‘’amable’’ comportamiento de ayer conmigo, no me esperaba esas palabras por tu parte.

-Vamos, Alex, no fue para tanto.

-¿No? Me dejaste en ridículo y ni si quiera sé porqué.

-Bueno… Eres la nueva y te ven algo rara, no quería que…

-…Tu imagen se manchará  al ser visto conmigo –continúa ella la explicación-

-Yo… No debí… Sé que tú eres… No eres como la gente pien…

-Mejor cállate, ahí llegan tus amiguitos y no querrás que te vean hablando conmigo, ¿verdad? –interrumpe Alex molesta, aunque no debería estarlo, ese tipo no le importa en absoluto. Se aparta  de él y se sienta en la última banqueta de la fila. Dichoso autobús, menudo día ha decidido para retrasarse-

-Hey Josh tio –chocan la mano unos con otros como buenos machotes que creen ser, pero solo eso, creen-

-Pero mira a quien tenemos aquí… La nueva, ¿ya te estaba molestando? –comenta el chico de su clase, el del empujón-

-No, ella solo…

-¿Qué te crees que haciéndote la amable vas a ligar con alguno de nosotros cuatro? Mira, estás buena, pero eres demasiado rara. Bonita, no te acerques a nosotros.

-Ni loca

-¿Qué has dicho?

Aquello se pone feo, pero, por suerte, el autobús llega. Alex sube corriendo y se sienta al final del todo después de enseñar su carnet, intentando pasar desapercibida.

Por suerte o por desgracia, el trayecto no es muy largo, y ella es una de las primeras en bajar. Entra en el aula y se acomoda en su sitio, pero la tranquilidad no le dura ni un minuto. La masca chicles tira su cuaderno de historia al suelo, arrastrando el estuche, y después unas risas por parte de sus supuestas amigas. ¿Eso es todo? No ve lo divertido de ello, le parece algo absurdo, y es por ese motivo por el cual Alex se replantea sobre si su cabeza está hueca o tiene, al menos, una mini neurona mareada por ahí dentro. Aún así, por lo visto no ha tenido bastante y se dirige hacia su mesa desafiante, pero la profesora de historia, de repente y para salvación de Alex, entra en clase.

-Buenos días chicos. Ocupad vuestros asientos. ¡Silencio por favor! ¿No veis que ya estoy en clase?

Alex sonríe. La maestra, aunque es un poco nerviosa, es una mujer muy entrañable y le cae de maravilla.

-Bueno, la clase de hoy va a ser demasiado tranquila, se basará en elegir parejas para el trabajo que debemos hacer. Como es obvio, se hará entre dos. Pasad hacia atrás esta ficha que os doy en la que explica de qué va el trabajo y cómo realizarlo.

Alex solo quiere que la tierra le trague. ¿En parejas? ¿Con quién demonios va a hacer ella el trabajo? Deja de pensar cuando nota que alguien se ha sentado a su lado.

-¿Qué hacess, Josh? Ten cuidado, van a verte hablando conmigo.

-Sigues enfadada…

-No, no estoy enfadada contigo porque no significas nada para mi. No me importas nada en absoluto.

-Joder, ya podrías ser un poquito más amable.

-Ah, si, como tú el otro día. ¿Así de amable?

-Olvídalo. Quiero que seas mi pareja en el trabajo.

-Ni en sueños, prefiero humillarme y hacerlo sola.

-¿Por qué eres tan cerrada?

-Porque… -Alex piensa un momento si decirle que se había hecho ilusiones de congeniar con alguien, que había sentido un gran alivio al escuchar sus palabras, pero que se llenó de rabia cuando solo sirvió para una burla hacia ella. Pero mejor se lo calla, o será otro motivo de risa- Porque si, ahora vete.

-De acuerdo, pero no me cansaré hasta conseguir que hagamos el trabajo juntos.


-Bien, atención chicos, atención. Habéis tenido tiempo suficiente para elegir parejas, aún así, ¿alguien que no tenga?  -Josh levanta la mano, pero Alex decide no hacerlo porque de ser así, ya sabe lo que le tocará…- ¿Solo Josh? Vaya… Ya pensaremos algo, tranquilo.

-No no, profesora, Alex creo que tampoco tiene pareja  -todas las miradas se centran en la chica, que se ruboriza rápidamente-

-¿Es eso cierto, Alex?

-No, bueno si, no tengo pareja.


-¡Fabuloso! Problema resuelto, Josh y Alex, haréis juntos el trabajo. Recordad que la fecha de entrega es el lunes que viene.